viernes, 25 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LXI

     MÁS GUAPOS, MÁS LISTOS, MÁS RICOS.- Desde muy niño -con nueve o diez años- por ser amigo de unos colegas de  mi edad, veraneantes vizcaínos llegados al pueblo alavés donde nací y vivía, supe lo que era estar sometido al adoctrinamiento político de signo separatista  vasco, ejercido con afanes didácticos por el padre  de familia, que era maestro  en ejercicio en la villa de Bilbao.
    Mi madre, muy moderna, aunque de pueblo - ya montaba en bicicleta por los años veinte del pasado siglo -, me dijo que a muchos vascos y a otros tantos catalanes les  daba vergüenza ser  españoles.
     Como puede verse, durante más de  cien años los separatistas han seguido con la misma matraca - no quieren ser españoles - y nadie les llama inmovilistas. Por muchos remedios que se quieran  aplicar para contener su demanda, ellos, quieren formar un  estado independiente y todo lo demás son ganas de chingar a la marrana.
     Parece mentira que  un PSOE cargado de historia, a quienes los separatistas le  han metido  goles de sobaquillo que han hecho historia (está documentado),  se dedique  a poner  parches de sor Virginia a un problema que no cesa ni a tiros de cañón. (A no ser que sea un cebo que pueda darles votos en las generales).
      Y parece aún más  mentira, que un  PP con la imaginación en la congeladora,   no haya tenido el valor suficiente para convocar un referéndum en toda España que revalidara la política que correspondía aplicar a la actitud chulesca de los separatistas catalanes cuando se pasaban las  leyes bajo pata: cesarlos en  sus funciones públicas, bajo capa del artículo 155 constitucional que demandaba el caso.
     Lo de ser guapos, listos,  ricos poco  importa si todos fuéramos  iguales ante la ley aplicada  en tiempo y forma.  Y no se aplicó. ¿Por qué?
     Muy sencillo. La vida enseña que si no se actúa con ejemplaridad desde el Poder, los llamados a ejercerlo quedan desautorizados. Y tanto desde el PP como desde el PSOE no fueron ejemplares. Nunca estuvieron dispuestos a contener con prontitud y eficacia los desmanes en sus propias filas... ¿Con qué valor iban a poner el dedo en la llaga de los separatistas catalanes?
     Por eso, la Cataluña separatista  anda subida en la cresta de la ola. Lo malo es que, para más escarnio, el error se pagará por el pueblo llano, como pasó siempre.

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