AL PP LE LLUEVEN CHUZOS.- Digo, a modo de anticipo, que no me produce placer alguno que al PP se le enreden sus proyectos electorales y le salgan los tiros por la culata. La culpa no es del que no vota; es del que no convence.
A título personal, en plena crisis, he sustentado en público y por escrito que un partido como el PP estaba poniendo de relieve que no se podía ir en vanguardia poniendo a la economía en el altar y dejar en segundo plano a la política. "La política es un arte que ha de anteponerse a la intendencia". Y ponía un ejemplo: no se puede conceder una amnistía fiscal a los que eluden el pago de impuestos y, al mismo tiempo, aumentar la presión tributaria e introducir recortes sociales en perjuicio de quienes están al día en el cumplimiento de sus deberes con la Hacienda.
Castigar a quienes han de aguantar marea, es decir, legislar en daño de las clases medias y bajas, es una mala política; pero hacer coincidir el castigo con el premio a los que menos se lo merecen, es de necios: primero, por ser injusto y segundo, porque con el voto de los desfavorecidos no se puede jugar a la taba.
¿Qué ha pasado en Cataluña? Sencillamente, por tener contentos a los nacionalistas, se olvidaron de los suyos, de los catalanes que sienten a España. Durante décadas, nadie se preocupó, siquiera con medidas prácticas, de los que defendían el castellano en la escuela o rotular en lengua española su oferta comercial, mientras los desleales con el sistema se pasaban las leyes por la entrepierna impunemente.
No vale decir "aquí estamos para cumplir y hacer cumplir las leyes", para luego, cuando se incumplen, pasar la pelota al poder judicial. Eso es negarse de frente a ejercer con política, desde la política, pensada para el bien común.
Las promesas del PP en Cataluña, han sido de índole económica cuando en esa región el miedo se ha instalado, entre muchos de los que quieren a España por otras razones.Y si se ha instalado el miedo, entre esas gentes, es porque no les merece crédito el Gobierno de la Nación que, día tras día, solo da muestras de debilidad ante los que esperan, con una cierta lógica y coherencia que se cumplan y se hagan cumplir las leyes, a todos por igual, con lealtad de la buena. Eso es hacer política.
Solo un golpe de timón, dado con mucha maestría, podría cambiar el rumbo de la nave, en este caso del PP.
Reflexionemos: hay otra fuerza esperando el relevo. Puede ser conveniente para todos, so pena de que tal partido caiga en los mismos dislates de los que ostentan el poder.
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