martes, 22 de septiembre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LVIII

    UN SOCIALISMO NACIONALISTA.- La generación de los Ilustrados puso las bases de un auténtico cambio que empezó a surtir efecto desde el siglo XVIII. Pueden citarse algunos precedentes pero fueron ellos los que hicieron la ola que allanó montañas.
     Hasta esas fechas los sectores privilegiados fueron, en la Europa más avanzada, la Corona, la Nobleza y la Iglesia. La Revolución Francesa las arrasó. Pero fueron muchos los que defendieron el  Antiguo Régimen y lo hicieron a sangre y fuego. En España contamos varios episodios bélicos que sirvieron para arruinarnos y mantener odios que durarían décadas, por  no decir centurias.
     Los liberales, "los guiris" partidarios del cambio, se enfrentaron a "los carcas" que defendieron la tradición. El gran avance industrial y mercantil de las naciones, -la revolución industrial- tuvo su eco favorable a un nuevo cambio: aparecieron  las doctrinas socialistas enfrentadas al gran capital, beneficiario de un liberalismo sin freno.Los socialismos, trataron de superar las limitaciones fronterizas:  proclamaron su fe en el ámbito internacional.
     Fracasaron en el intento al aparecer y crecer con éxito,  paradójicamente, los socialismos nacionalistas, siguiendo los pasos -aunque ellos lo nieguen- del fascismo y del nazismo, defensores de su respectivo nacional socialismo.
    No se comprende que socialista alguno consciente de su doctrina,  se aproxime a reivindicar derechos de  supuestas pequeñas naciones, cuando su razón de ser es, básicamente, la redención de los trabajadores -no de las naciones- ignominiosamente explotados por el gran capital en todos los países del mundo;  incluso en aquellos donde  reclaman la conversión de un  pequeño territorio  en una Nación Estado.
    Otra paradoja: la creación de  uniones supra nacionales ha sido posible por una concordia entre países, lograda desde las áreas del capitalismo. El socialismo extremo -disfrazado de populismo y en ocasiones el socialismo conservador-, está de vuelta apoyando la dignidad nacional, como pasa en Grecia y se anuncia en España. Aquí, entre nosotros, inclinándose en favor de la autodeterminación nacionalista, como si las regiones fueran colonias.
    ¡Cosas veredes, Sancho...!

       

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