lunes, 24 de agosto de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XXXIII

     LA INTOLERANCIA POLÍTICA.- A raíz de la Revolución Francesa, en  la zona fronteriza española, empezaron a cobrar  arraigo los primeros liberales vascos. Da la sensación de que los más destacados formaron parte de una corriente de "ilustrados" que,  por su manera de proceder se proclamaron partidarios de la libertad, la igualdad y  la fraternidad, primer paso -según viejas tradiciones- para seguir por la senda de la masonería.
    Puede uno imaginarse que a los seguidores de la Compañía de Jesús, fundada por Iñigo de Loyola, -con votos de pobreza, obediencia y castidad  y el muy singular de obediencia sumisa  al Papa- les sonara la señal de alarma; el caso es que el enfrentamiento entre jesuitas y masones constituyó el ejemplo de intolerancia mutua más irrefrenable de los último siglos.
    Es indudable que tal enfrentamiento ha perdido interés en la época actual; a una inmensa mayoría no les preocupa ni los unos ni los otros, en razón, muy posiblemente, a que  ambos  han perdido también poder. Pero la intolerancia, diversificada hoy sobre todo entre políticos,  está presente sin remedio en nuestro País y se manifiesta a diario ante los hechos más insulsos. Esto sucede porque los tales personajes son en España más importantes de lo que les corresponde serlo; tienen demasiado poder. Y se les da demasiado relieve y protagonismo por los medios de divulgación.
    Intolerancia, por cierto,  mal aplicada, puesto que permite construir un aeropuerto -que cuesta un ojo de la cara- en un desierto,  y no digiere que  a un emigrante irregular se le exija tener en regla sus papeles para disfrutar de los mismos derechos que un nativo cuando  cumple con los mismos deberes. ¡A nada que uno se descuide al partidario de la igualdad lo llaman racista!
    La intolerancia en España creó escuela; y hasta podría resultar aceptable si  no  fuera porque permite la existencia de personajes que, como jinetes académicos, se las dan de tolerantes  y viven de ello valiéndose de toda clase de artimañas entre las que incluyen la injuria.
    ¡A quién insulta sin decoro la Zapatones!
 

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