LA INCONFESABLE ATRACCIÓN MORBOSA.- Todos los días me desayuno con noticias referidas al último crimen o al latrocinio político de turno. Es la mantequilla del morbo con la que, desde los medios con mayor audiencia, se nos ayuda a iniciar la jornada. Me pregunto si estamos ante una rectitud informativa o la cosa tiene truco.
Me dicen que el "morbo" atrae a las masas y que el mérito periodístico consiste en tener enganchada a la audiencia, sirviendo la noticia con buena dosis de intriga y haciendo rodar la bola con un creciente interés y buenas dosis de comportamientos escabrosos a cargo del aún presunto culpable o presuntos si fueran varios. Es como el cine negro, del que se diferencia por sus protagonistas, reales como la vida misma, y por su desenlace imprevisto y, a veces, de larga duración. La búsqueda y el encuentro de los fallecidos fuera de escena, puede llegar a ser un culebrón.
El caso es que la política española -con todo lo democrática que pueda parecer- recibe un tratamiento parecido, pese a dar muestras de agotamiento. Cada día aburre más si está libre de morbo, pues es cierto que los jerifes del caso han aprendido a no poner la mano en el fuego por los imputables; y a demostrar que una cosa es la camaradería y otra la responsabilidad. Es decir que, como en el mundo de los perros, cada chucho, por instinto, ya sabe dónde lamerse.
Hay que precisar: al ladrón hay que llamarle ladrón (presunto ladrón, por supuesto; la gente lo entiende) y al angelical tontainas que lo tuvo a su lado sin darse cuenta, hay que llamarle tonto y echarle a un lado. Es lo que está pasando: hay más tontos que chorizos y tanto revolver basura, la gentes se cansan. Pierde interés el caso.
Por eso en las próximas elecciones (encuestadores aparte), habrá sorpresas.
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