DERECHO A UN TRABAJO DIGNO.- Cuando los legisladores se enfrentan a un asunto espinoso y tienen que elegir entre el débil y el fuerte -por ellos que no quede- tratan de favorecer por ser de justicia al que menos puede.
En consecuencia, todo ser humano tiene derecho a un trabajo digno y justamente remunerado. Esto afecta al horario, a las vacaciones remuneradas, a la salubridad de las tareas, a los seguros sociales, al derecho a sindicarse, a ir a la huelga, etc., etc.
Si se hace una consulta entre los millones de personas en paro forzoso y se les pregunta: "Usted, laboralmente, ¿a que aspira?" La respuesta: "A encontrar un trabajo". Y si se le repregunta: "¿Público o privado?". Mayoritariamente le dirán: "Público".
No hace falta explicar la razón de esa respuesta. Quieren el trabajo público por razones de seguridad y, porque -como decía un viejo empleado oficial, "ganar no se gana mucho, pero compensa ya que el trabajo es llevadero".
¿Por qué hay tanto paro en España? Porque el posible pequeño o mediano empresario, no quiere asumir excesivas obligaciones ni los riesgos que con lleva mantener una empresa, para encima ganar poco, pagar mucho al fisco y verse en la calle el día menos pensado. Con lo que tiene y un poco de ingenio financiero, puede ir tirando.
¿Y las grandes empresas? Son multinacionales y pueden en el ancho mundo poner ellas las condiciones, porque las leyes pueden ser utópicas, pero don sin din puñetas en latín.
No queda otro remedio: El Estado poco a poco se reconvierte y asume las respondabilidades de la empresa. Todos funcionarios públicos. Socialismo del puro.
Entre la ley de la selva donde el fuerte siempre gana para la conservación de la especie, y las soluciones que viene arbitrando el género humano, para lo mismo, tienen que aparecer fórmulas equilibradas y sostenibles. Pero los políticos al uso no parecen ser los llamados a resolver estos problemas. Vuelven a recurrir a fórmulas gastadas que se revelan utópicas por imposibles. Ademas, estamos en el mundo de los"robots" y, a este paso, van a sobrar parados por encima de los que ya existen.
Quedemos a la espera -es la hora de las ofertas electorales- a ver si alguien es capaz de dar con emprendedores aptos para ofrecer un trabajo digno a los miles de personas (deliberadamente pongo "los miles"y no "las miles", que es incorrecto) enquistadas en el paro.
Tal vez la solución esté en la política del menos: menos Estado, menos expansión autonómica, menos ayuntamientos, menos sociedades públicas... Menos ruido para tan pocas nueces... Menos cargas y menos trabas para los que no eluden riesgos para crear empresas.
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