viernes, 14 de agosto de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XXV

     DERECHO A UN TRABAJO DIGNO.- Cuando los legisladores se enfrentan  a un asunto espinoso y tienen que elegir entre el débil y el fuerte -por ellos que no quede- tratan de favorecer por ser de justicia al que menos puede.
    En consecuencia, todo ser humano tiene derecho a un trabajo digno y justamente remunerado. Esto afecta al horario, a las vacaciones remuneradas, a la  salubridad de las tareas, a los seguros sociales, al derecho a sindicarse, a ir a la huelga, etc., etc.
    Si se hace una  consulta entre los millones de personas en paro forzoso y se les pregunta: "Usted, laboralmente,  ¿a que aspira?" La respuesta: "A encontrar un trabajo".  Y si se le repregunta: "¿Público o  privado?". Mayoritariamente le dirán: "Público".
    No hace falta explicar la razón de esa respuesta. Quieren el trabajo público por razones de seguridad y, porque -como decía un viejo empleado oficial,  "ganar no se gana mucho, pero compensa ya que  el trabajo es llevadero".
    ¿Por qué hay tanto paro en España? Porque el posible pequeño o mediano empresario, no quiere asumir excesivas  obligaciones ni los riesgos que con lleva mantener una empresa, para encima ganar poco, pagar mucho al fisco y verse en la calle el  día menos pensado. Con lo que tiene y un poco de ingenio financiero, puede ir tirando.
   ¿Y las grandes empresas? Son multinacionales y pueden en el ancho mundo poner ellas las condiciones, porque las leyes pueden ser utópicas, pero don sin din puñetas en  latín.
   No queda otro remedio: El Estado poco a poco se reconvierte y asume las respondabilidades de la empresa. Todos  funcionarios públicos. Socialismo del puro.
   Entre la ley de la selva donde el fuerte siempre gana para la conservación de la especie, y las soluciones que viene arbitrando  el género humano, para lo mismo, tienen que aparecer fórmulas equilibradas y sostenibles. Pero los políticos al uso no parecen ser los llamados a resolver estos problemas. Vuelven a recurrir  a fórmulas gastadas que se revelan utópicas por imposibles. Ademas, estamos en el mundo de los"robots" y, a este paso, van a sobrar  parados por encima de los que ya existen.
   Quedemos a  la espera -es la hora de las ofertas electorales- a ver si alguien es capaz de dar con  emprendedores aptos para ofrecer  un trabajo digno a los miles de personas (deliberadamente pongo "los miles"y  no "las miles", que es incorrecto)  enquistadas en el paro.
   Tal vez la solución esté en la política del menos: menos Estado, menos expansión autonómica, menos ayuntamientos, menos sociedades públicas... Menos ruido para tan pocas nueces... Menos cargas y menos trabas para los que no eluden riesgos para crear empresas.

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