sábado, 8 de agosto de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XX

       ESPAÑA SE ENDEUDA.- Les confieso que mis conocimientos de economía son limitados y, por tanto, en  conciencia, debería de callarme y terminar ahora mismo mi discurso. Pero, mi  abuela que vivió la guerra de Cuba a distancia, la padeció en su bolsillo  porque tenía que dar de comer, vestir y enseñar a ocho hijos; cuando se perdieron las últimas colonias dicen que dijo: "¡Mejor! Y me alegro. Nos costaban mucho dinero y muchas vidas a casi todos, en beneficio de unos pocos".
       Nadie negará que España se endeudaba. Y en nuestros días también se endeuda. Cada año que pasa sube la cifra de este endeudamiento y, aunque algunos sostienen que será imposible abonar el principal para quitarse de encima el empeño (hipótesis con la que un buen cristiano no contaría),  la tajada a cortar de nuestros ingresos como Estado  para pagar los intereses,  crece viento en popa  y resulta ser una alta cifra que  podría destinarse,  a eso que los ingenuos llaman los gastos del "estado del bienestar".
       Las izquierdas generosas aspiran a que sea el sector público (claro está que con el dinero de los contribuyentes) el  que cubra las demandas de los desasistidos:  mejores jubilaciones, suficientes ayudas para los parados, total gratuidad asistencial para los enfermos, más becas para los estudiantes, viviendas sociales, ayudas al inmigrante, etc., etc. Pero ¿con qué, si no hay más? No importa: se aumenta la deuda.
     Solo que cuando el ,Estado se pasa de la raya, el contribuyente se cansa de pagar y como no tiene otra salida, cesa en su actividad, acaba con su fuente de ingresos (y de la parte alicuota que destinaba al Estado) y así uno tras otro, por el efecto dominó, terminan por hacer del país una nación llena de parados y pobre, en la que sus habitantes apenas cuentan; pero tampoco comen y terminan, la mayoría, por carecer de servicios asistenciales en regla y hasta emigran en busca de un clima económico más favorable. Consiguen, al fin, alcanzar el que nadie llama,,aunque exista, el "estado del malestar"
     Así que mi abuela viuda y con ocho hijos, casi todos en edad de trabajar, fue tajante en sus tiempos  y en su casa: "Aquí, el que no trabaja espabila y aprende para ser útil; lo útil siempre vale y da para comer". Y todos aprendimos un oficio.
     Era muy duro. La familia tenía que vivir sin contraer deudas que no se pudieran pagar. Claro que ni mi abuela ni luego yo, eramos economistas. Pero la vida enseña que ... (No lo  quiero decir).
    ¡Bueno! A base de mirarlo, ser útiles y no contraer deudas salimos adelante,  como tantos, en esta afanosa vida: a base de machacar y puntuar entre los mejores.
    Un economista me dice que no hay otro camino.



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