lunes, 3 de agosto de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XV

   LA DEMOCRACIA Y LA CORRUPCIÓN. La historia está llena de episodios protagonizados por quienes ejercieron el poder o se asentaban en sus  aledaños; episodios que nos ilustran sobre los abusos de  algunos  políticos a sabiendas de que  su status, a fuer de confortable, le daba impunidad si aprovechaba  lo de todos  en beneficio propio.
   El caso es que esa impunidad ha funcionado en muchos casos y cuando algo falla y se descubre el entuerto no se lo cree ni el propio interesado que, por sistema,  niega lo sucedido e incluso se engalla para defender su inocencia, hasta el caso de fingirla con argumentos pueriles o queriendo negar su responsabilidad dando a entender que no era el único beneficiado, porque tenia cómplices. Eso se llama cinismo.
   Hay quien se queja sobre el procedimiento seguido en los años 1975-78 para poner a España en el carril de la democracia. Los que protagonizaron aquel cambio,  no solo manejaron la  idea generosa del acuerdo o consenso para no repetir los tremendos y penosos errores cometidos por las distintas fuerzas políticas durante  la II República que nos llevaron a la Guerra Civil, sino que permitieron correr un tupido velo sobre el pasado, para no volver a guerrear, y  dotarnos  de una Constitución democrática libérrima que  no excluyera  a nadie de los que el anterior régimen tenía proscritos.
    Todo sonaba muy bien, pero a algunos observadores, sin pretenderlo, de lo que pasaba, les dió la sensación de que, para poner en funcionamiento a los partidos políticos y que participaran en las elecciones, hacía falta mucho dinero; y éste apareció como por encanto. Un dinero sobre el que no funcionó el llamado principio de transparencia, porque ni  siquiera teníamos equipos adiestrados en esas funciones y por más que se diga eso no se improvisa. ¿De donde vino?  Una parte del exterior y otra del crédito fácil en el que intervinieron instituciones  de  ahorro. Y digo fácil, por no decir dinero facilitado  a riesgo y ventura, ya que algunos políticos influyentes, consiguieron  que años después se les perdonara la  deuda.
    Mal principio, dejar que la política manejara algunas entidades financieras, y así pasó lo que pasó más tarde a las Cajas de Ahorro,  que se fueron al carajo por éstas y otras razones que terminaron teniendo consecuencias judiciales.
    No vamos a calificar a nadie y  eludo hablar de personas, pero la falta de transparencia tuvo su origen en  la transición. Eso es todo. No sé por qué andan echándose las culpas los unos a los otros cuando todos metieron la mano en las mismas huchas.
    ¡España es así!

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