lunes, 17 de agosto de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA XXVII

     PROMESAS DE DUDOSO CUMPLIMIENTO. - Una gran parte de los políticos españoles demuestra que  se sienten seguros, por lo menos, de dos cosas: de su honradez (rectitud de ánimo, integridad en el obrar) y de que esta virtud no la tienen sus adversarios (síndrome del fariseo: "yo soy el bueno y no como los demás, que siempre son los malos").
     Estos políticos -machaca que machaca- no paran y repiten hasta la saciedad: "yo soy el bueno; mi adversario es el malo". Entienden que al elector hay que repetirle la consigna hasta que muera de aburrimiento.
     Para evitar esta muerte lenta, hay que adular a los  electores y nada mejor para conseguirlo como dorarle la píldora y hacerle ver que es muy listo,  que tiene derecho a  participar, a manifestar sus aspiraciones  y a conseguir que los políticos, cuando  alcanzan el poder,  sean meros intérpretes de los deseos multitudinarios.
     La tesis a defender es la siguiente: Cuando las masas hablan hay que darles la razón: Entre Barrabás y el Nazareno ¿a quién crucificamos? ¡Está claro! Haremos lo que ellas quieran. Crucificaremos a Jesús el Nazareno y tendrá que subir el Calvario con la cruz a cuestas para su escarnio y goce de las sedientos  de justicia. Cuando esta situación se reproduce, tú, toma  puerta porque,  abierta la espita, ríete  de la persecución de los judíos por los nazis. No es miedo: es precaución.
     Así funciona la simpleza dialéctica de una inmensa mayoría de políticos en vías  de abrirse un futuro;  es siempre la misma: dar esperanza a las sufridas gentes de buena voluntad. ¿Cómo?  Nada como insistir: "Tú, y sólo tú, portador de todos los derechos y exento de deberes, eres la víctima de los abusos del poder. Y yo te voy a redimir".
     Sobre este eje, en tono seductor, sereno y complaciente -aunque cargado de energía- has de preparar tú relato, con parábolas y ejemplos que aflorarán con rapidez si el político, como nuevo profeta, acierta a identificarse con las masas.  Parábolas y ejemplos de lo malos que son tus adversarios (de los que haces tus enemigos) y los buenos que son aquellos que te siguen.
     Directamente  insistirán: "Tú eres bueno, las gentes, que te acompañan, son buenas. Yo estoy con vosotros, os comprendo porque,  como vosotros,  soy bueno. Si yo fuera político, os daría todo lo que ahora os niegan aquellos que mandan..."
    ¿Así de elemental? Resulta que sí. Sólo falta probar que son pobres y sufren la escasez porque los codiciosos, los ricos, los malos,  con tal de vivir ellos bien, son capaces de consentir que el número de parados sea alto, para tener así una mano de obra barata.
    Paradógicamente, los países más pobres no hacen sino generar la emigración que se encamina hacia las naciones donde residen los ricos explotadores. ¿Alguien me lo quiere explicar? Y conste que estoy de parte de los pobres.
 
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario