miércoles, 10 de diciembre de 2014

TANTO TIENES, TANTO VALES




   Tanto tienes, tanto vales. Tal vez, el aforismo sea, para muchos, la mejor definición de la realidad: la  valía viene dada según sea tu  riqueza. No es justo, pero si nada tienes, poco vales.  
    Sería lógico decidir que según sean tus conocimientos y habilidades,  eso vales. Pero las cosas suelen interpretarse con otros criterios.
   En el primer caso cuenta sobre todo  tu tesorería, tu bolsa. En el segundo, tu persona;. cuentas tú,   tus conocimientos, tus virtudes, tus buenas cualidades, tu voluntad. 
    La verdad es que si uno llega a dar la talla, puede darle una patada en el culo a la crisis aunque no tenga un puñetero  euro.
    Guarda esta idea en tu macuto,  pero no te fíes. Tendrás antes que dejar de ser esclavo de los prejuicios socio-económicos con los que han atenazado a millones de mortales.
   Los apóstoles de la política te dirán que consumas de todo y mucho,  porque de esa forma ellos -constituidos en Estado- te birlaran la quinta parte de lo gastado, por medio de ese impuesto llamado IVA. Si les haces caso, te convertirás en un esclavo del consumo, en un tercer mundista, en un ser  sin libertad. 
  Verás: hay un hecho, recogido en incontables episodios a lo largo de la historia, que nos muestra a una inmensidad  de seres humanos de ambos sexos -cientos de millones de consumidores impulsivos- que viven hundidos en una dorada pobreza,  mientras un parte reducida, respecto al  total de sus coetáneos, se enorgullecen  como seres superiores en medio de un lujo despótico.  Comprueba los contados países que mantienen un generalizado buen nivel de vida,  donde millones de connacionales se ven obligados a vivir con menos de lo necesario, en la pobreza más humillante (un tercer mundo enclavado dentro de los países ricos).
   Si has tenido la suerte de nacer y de vivir en un país acogido al primer mundo, puedes estar desesperado por carecer de un empleo seguro y tener que cargar con pesadas hipotecas; pero podrás comer. Mal asunto, pese a todo. Pero no  lo olvides: en el tercer mundo generalizado esa situación se agrava y los malditos sufren  y mueren de hambre sin darse cuenta de que han sido explotados en beneficio de unos pocos privilegiados.  Han muerto esperando  que lo políticos los redimieran de esta vida cargada de penalidades.  Los políticos rara vez  lo redimirán. 
 Si tú no discurres la forma de valerte solo mientras tengas salud y voluntad, no hay redención que valga. Si tu vida depende de  un puesto de trabajo del que  tú no  eres su dueño, estás en trance de terminar en el paro. Has de pensar desde niño que tu salvación sólo está garantizada por tú valía personal; has de demostrar que eres apto para dar un buen servicio o crear algo productivo. Un título ayuda, pero en rigor  puede ser el ornato de un currículo, pero poco más. La valía  ha de venir avalada por tu conducta.
   Comprueba esta situación  y párate a reflexionar porque la  terca y dura persistencia  de los hechos te viene a indicar que tu situación -en cierto sentido- no tiene otro remedio que el por ti  aportado para no ser  un esclavo tercermundista. 
  No te sientas orgulloso de la humanidad que  te rodea, ni dispuesto a creer la propaganda política optimista de líderes y otros apóstoles. Esto puede perderte,  sobre todo si  te cantan al oído la palinodia de las buenas promesas. Aprende a conocerlos. La política suele verse traicionada por  un criadero de trepadores. Se supone que  nadie  quiere envilecer tu vida bajo esa bandera; pero trepadores siempre los hubo y los habrá.
  En consecuencia, para escapar del despiadado garrote de  la crisis,  has de empezar a valerte solo; tú mismo o a lo sumo  con el  apoyo de tu familia o de  buenos amigos si es que los tienes. Y no olvides: muchos son los llamados y pocos los elegidos. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario