martes, 9 de diciembre de 2014

EXPLICARSE Y CONVENCER

    Según parece el PP ha dado a sus jerifes y mandamases la consigna de salir  la calle para que la gente se entere de dos cosas: de lo que vale un peine  y de lo que cuesta reunir el dinero para pagarlo. En el  fondo, se trata de convencer a los españoles de que  el PP - pese a lo que dicen  sus contrarios - no es una  rémora que impida la prosperidad del pueblo.
    Pero no vale solo explicarse. Hay que convencer. O mejor aún: hay que cautivar. ¿Pero que se supone sea esto de cautivar?
    Cautivar es ejercer irresistible influencia en el ánimo por medio del atractivo físico  o moral (RAE). Hablando de política el atractivo ha de ser moral, aunque lo  físico no perjudique.
    Vean y observen: el PP -y es su gran pecado- suele presentarse en público pocas veces y -salvo excepciones -  con la moral muy despeinada. No quiero citarles casos concretos por no herir susceptibilidades, pero algunos personajes del PP harían bien en estar callados. Cuando hablan, no parecen haber pensado el alcance de lo que dicen; no es que no cautiven: es que repelen.  (Repeler: causar repugnancia o aversión. RAE 4ª. acepción).
   Uno no es quién para meterse en esas veredas, pero dicho sea con toda  humildad, hay quién comunica y cautiva y  quién no. O sea que no basta el bla, bla, bla. Según el viejo dicho, hay que tener razón, saberla exponer y que te la quieran dar. Por regla general, cumplidos los dos primeros
trámites, el que sabe cautivar se gana al pueblo que termina por darle la razón.
   No me den las gracias. Piensen que las elecciones próximas van a ser muy disputadas. Más que el voto del señor Cayo.

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