viernes, 19 de diciembre de 2014

DIVISIÓN DE OPINIONES

   Seguía en la pantalla de TV los pareceres de distintos opinantes  sobre las relaciones de Cuba con los EE.UU. cuando a uno de los contertulios se le ocurrió establecer una paralelismo, sobre la posible reconciliación entre ambas naciones,   con lo sucedido en España cuando Franco recibió las primeras ayudas de la gran potencia americana, por los años cincuenta del pasado siglo.
    En las tertulias los partícipes largan la primera ocurrencia, unos para afirmar y otros para negar. En estos casos, armado el barullo, lo aconsejable es cambiar de cadena. Pero no hice caso del consejo y seguí el hilo del debate.
   "No es lo mismo, - le respondió otro que tal - porque la dictadura de Fidel llegó para echar a otra dictadura y la de Franco, fue contra un gobierno democrático", como dando a entender que era más legítimo ayudar a los cubanos que a los españoles.
   Entonces uno de los contertulios miró hacia el cielo con los ojos muy abiertos y sólo dijo:"¡Líbreme Dios!"
   Eran situaciones muy distintas porque en el caso de marras, en plena guerra fría, los americanos apuntalaron  todas las naciones  que podían caer bajo la influencia soviética y la nuestra  era una de ellas. En aquellos años, si caía el dictador, el porvenir hispánico sería muy dudoso; una tercera República tomaría una giro pro-soviético al menor descuido.
   En esa interpretación de la realidad se basó la ayuda americana a Franco. Nada que ver con el origen democrático de la II República cuya proclamación no se consultó con el pueblo; vino tras unas elecciones municipales que una serie de personajes influyentes interpretó como triunfo republicano, aunque cosecharon más votos los monárquicos.
  Si eso es democracia, ¡líbreme Dios!
   Yo sólo sé -tenía trece años bien cumplidos- que un buen amigo, el 19 de julio del 36 me dijo: "mi padre ha tenido que huir; está amenazado de muerte porque recibe el periódico X".
    Esto refleja  la calidad de  la democracia que gastaban los españoles en 1936.

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