domingo, 20 de abril de 2014

MÁS ALLÁ DE SU NARIZ.

    Los que sufrimos los años de censura, sabemos de sobra que cualquier circunstancia perversa, adulterante del estado de libertad, sigue siendo un pecado leve si se compara con el  cierre  amurallado de la opinión única y demás impuesta.
    Dicho lo cual, no andaban equivocados quienes afirmaban que no hay agentes más dañinos  de la libertad, que los liberticidas.
    Sigo al día los debates de las TV más importantes de España y conozco, a fuerza de escucharlos, los resortes efectistas y falsarios que utilizan los que se dedican a noticiar y a comentar las novedades políticas de cada día. Como siempre hay excepciones que se cuentan con los dedos de una mano o poco más. En general tanto unos como otros, hasta los moderadores de las tertulias que lo consienten, son copartícipes  en la tarea de sacudir la estera del  adversario político a palo limpio. ¡Y a eso lo llaman libertad de expresión!
    España -gobernantes y gobernados- está necesitada de una crítica serena,  constructiva  y educada. La embestida brutal entre dialogantes es el camino que sólo conduce al derrumbadero. No vale esa estupidez "yo respeto su opinión pero no la comparto". Lo auténtico sería decir "su persona se merece todos mis respetos y cuente con ellos,  pero su opinión me parece equivocada y la voy a rebatir", con idea de contradecir con argumentos razonables lo que otros dicen.
   A fuerza de combatir al adversario político  metiendo a buenos y malos en el  mismo saco y llenándolos de estiércol, sin separar en cada partido a los unos de los otros, hemos conseguido que la pringue nos desborde y al final alcance a todos. Ante la opinión internacional España es un país tercermundista, uno más de la camada de los "pigs".
   Alguien ha de abrir los ojos a tantos españoles  que,  desde las tribunas de la opinión,  parecen no ver más allá  de su nariz.

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