martes, 8 de abril de 2014

MANÍACOS DEL ADOCTRINAMIENTO.

En ese pueblo pequeñito, del que tanto hablo y donde tantas cosas aprendí, teníamos un cura vigoroso y con buena voz que -imbuido de su misión- era capaz de adoctrinar y convertir a un hereje de tiempos de la Inquisición. Eran los años de la II República que, -a modo de oficio- arreaba estopa a todo lo que por su olor, fuera incienso, agua bendita o cera, aparecía como cosa de curas. Nuestro párroco, al prohibirse la enseñanza de religión en las escuelas, asumió la tarea de enseñar el catecismo a los niños en edad escolar. El buen hombre, en sus afanes doctrinarios, olvidaba los santos evangelios y nos daba unas sesiones anticomunistas que me sirvieron para conocer por su nombre a Lenin, a Troski, Stalin y otros líderes rojos; y también a la madre Rafols, una monja contemporánea de Napoleón, que vivió en Zaragoza a principios del siglo XIX, distinguida por no sé qué predicciones sobre la conversión de Rusia. Saco esto a colación a causa del debate en pro de la independencia de Cataluña, celebrado hoy en el Parlamento. Tras oírlo, deduzco que, como pasaba con el cura de mi pueblo, tanta doctrina "anti" resulta favorable al independentismo catalán y perjudicial a la integridad de España. Los constitucionalistas lo tenían fácil. Pero en vez de proponer un repertorio de medidas ventajosas para reconducir el voto en Cataluña, -coincidente con una bien planificada reforma socio-económica vinculada al resurgir de España en Europa, en la que se diera especial protagonismo a los catalanes-, les han echado una bronca, a cuenta de los desmanes de sus dirigentes políticos. ¡Y esperan unos buenos resultados electorales de los suyos en Cataluña! Como sucedía con el cura de mi pueblo, la manía de adoctrinar les pierde: los catalanes nacionalistas han crecido hoy en número después de esta orgía doctrinaria anti-independencia. -¿A cambio de todo haría más inversiones en Cataluña? -Y ¿por qué no, si fueran enfocadas a minimizar el conflicto separatista? Una Cataluña productiva es un bien para toda España.

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