miércoles, 12 de septiembre de 2018

¿VAMOS A CUENTAS?

      Hay dos Españas: la mangante y la cumplidora. La primera nace, crece, trepa y atrapa -todo a,la vez- y la segunda suda para comer, vestir y pagarse unas vacaciones de tres al cuarto:  una quincena para alejarse del ruido, del magreo multitudinario, del botellón, de los cuernos  y de lo fuegos artificiales que conducen al hartazgo  y sólo sirven para satisfacer mínimas exigencias,
      ¿Eso es todo?. Pues no. Están ahí, los españoles que no quieren serlo, cosa razonable si estuvieran mal dotados; al contrario del personaje de la, fábula- un sabio que "sólo se sustentaba de unas hierbas que cogía"-, estos "no españoles" disfrutan en zonas enriquecidas gracias al mal valorado sacrificio de "españolitos que nacen"  para emigrar. "Españolitos" que, aun siendo pobres, pagaban puntualmente la alcabala y rara vez se les complacía,  porque era necesario tenerlos listos ante la llamada a filas para hacer puntualmente la guerra de turno.
      ¡Qué  poco amigo de las cuentas claras resultan ser los "no españoles"! ¿Por qué?  Muy sencillo: en ese repaso histórico contable hay que incluir dos partidas: la de los mermados salarios con los que satisfacían las jornadas inacabables prestadas por los pobres españoles llegados de provincias también pobres, y los aranceles impuestos a las importaciones de tejidos y novedades  llegados de otros países para que los industriosos catalanes tuvieran aseguradas sus ventas y sus beneficios en la "puteada" España.
      ¿Vamos  a cuentas?
       Ni siquiera se aclaran las  aún  pendientes referidas al tres por ciento.
       ¿Acaso quiero condenar a  todos los catalanes? No. ¡Dios me libre! Los hay decentes  y cumplidores en gran número lo que no impide la existencia de la mangancia.
       ¡Todo por la patria!
   

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