sábado, 22 de septiembre de 2018

LAS PIEDRAS DEL CAMINO

     Para no llamarnos a engaño voy a pedirles perdón por mi osadía: soy muy elemental; soy como un niño bien intencionado y cuando topo con un dislate no paro de darle vueltas hasta casarlo con la lógica. Con mi lógica, claro está.
    En la escuela de mi pueblo -pobre pero honrado- nos enseñaban desde muy chiquitos la "Historia Sagrada" que incluía los "Diez Mandamientos" y, entre ellos,  el que rezaba: "No desearás la mujer de tu prójimo".
    Les aseguro que siendo niño, aun cuando me sentía hombre, me vi liberado de esa tentación. Las señoras de mi pueblo -salvo una- como madres, un cielo; como deseables, un  cero. No por guapas -que lo eran-sino por virtuosas.
    Con una  mentalidad -pueblerina, si quieren- yo siento un placer limpio de impurezas cuando veo a las mujeres moverse y actuar como expertas en el ejercicio del poder,  en los más destacados púlpitos de los templos democráticos.
     Pero los caminos están llenos de piedras, sobre todo en España. También algunas mujeres pecan. y tropiezan en las mismos cantos de su andadura,  como algunos -demasiados- varones de nuestra descompuesta patria.
     Muy delicado el tema. Para mí, tan elemental como un  troglodita, lo femenino es la tentación. Pero, lo reconozco, puedo estar equivocado.

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