Las autoridades competentes de la nación España, han cancelado la entrega de un lote de armamento a un tercer país que corría el riesgo de utilizarlo para lesionar y/o matar a miles de seres humanos inocentes; se ha devuelto el dinero al comprador.
Haciendo memoria, esta noticia ha mejorado aquella que hace un par de meses o poco más (el tiempo vuela), permitió y ayudó a rescatar una nave cargada de migrantes que navegaba a la deriva por el Mediterráneo. Se salvaron de una muerte segura cientos de seres humanos inocentes y se devolvió la embarcación a sus legítimos dueños.
Pero nunca llueve a gusto de todos. Es decir, no todo es felicidad. El 31 de agosto pasado ha sido una fecha aciaga: se han batido las últimas marcas en la sección de despidos laborales. Por lo publicado se deduce que la desgracia afecta a miles de personas muy necesitadas de alimentos por la vía directa y a millones de familias por la indirecta; todas en su mayor parte españolas. La desgracia, catastrófica para nuestros compatriotas, apenas ha conmovido a los corazones de nacionalidad española, y menos a las cercanías del poder que no tiene dinero para tantos.
O sea que somos tamboril de casa ajena, salvo los nacionalistas de corazón abierto, que cuidan a los suyos con esmero y con el apoyo ignorado de beneméritos contribuyentes hispano-ibéricos dotados de una paciencia elefantiásica.
Es de esperar que un día de estos dejemos de confundir la desaparición de fronteras, con la asistencia a los próximos para funcionar en paz y sin violencias. Es decir por convicción.
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