Todos somos iguales. Si repetimos la frase mil, cien mil veces, el dicho pasa a ser una verdad infalible. Pues no. ¡Todos no somos iguales! Somos parecidos. Y ahí se acabó el misterio.
Podrán decirme: Hay desigualdades injustas. Por ejemplo, cuando uno trabaja de sol a sol y lo hace con talento, crea riqueza, gana sus dineros y proporciona quehaceres a terceros que a su vez se verán recompensados con sus merecidos ingresos. Los malos políticos, de paso, los mandan al purgatorio fiscal. Para que los castiguen, claro está.
Axioma: se deduce que la desigualdad organizada con talento y constancia, crea riqueza equitativa que llega para todos. Contra-axioma: los mal llamados "políticos", que nacen y crecen gracias a desigualdades especulativas, crean riqueza para unos pocos y pobreza irracional para todos, que la pagan con creces los que más valen: es decir, los seres humanos que, sexos aparte, están mejor preparados, cuentan con más valor añadido.
El "valor añadido" crece muy lentamente si no hay escuela o si ésta, mal orientada, trata a los seres desde su infancia con criterios de igualdad lisa llana.
En consecuencia la sociedad española aparece preparada con preferencia para tirar del trillo, sin tener en cuenta que las cosechadoras son casi una antigualla.
El "valor añadido", que cada ser humano se merece, no se tiene en cuenta por la mala política; por eso, entre otras cosas, en España siempre estuvo adobada con ignorantes muy atrevidos, licenciados en la más pícara corrupción por todo valor añadido.
La desigualdad irracional es doblemente injusta: prima al gandul; y castiga al jornalero, un trato indigno que se traslada por contagio a toda las profesiones en sus más diversas escalas.
han sumado, a sus valores de origen, eso que ,los mercantilistas llaman valor añadido.
os quees decirmlos cikudadanis de ambismsexos
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