La igualdad, por ejemplo, está presente en todas las ofertas políticas. Pero sale uno de casa, extiende su mirada y no hay forma de encontrar esa igualdad, aunque ponga en ello el mejor de sus intentos.
La naturaleza es así y los políticos en vez de garantizar un trato deseable para todo ser humano,
(un trato digno, equitativo y por ende justo), hablan de igualdad poniendo en marcha una promesa con la que inevitablemente ofrecen a los pobres equipararse con los ricos.
Quiero decir, al referirme a "un trato deseable" -no confundirse- al hecho de que también existe la equidad. Equidad significa dar a cada uno lo que le corresponde en relación a sus méritos, sin olvidar las necesidades básicas de todo bien o mal nacido.
Este es el caso. Hoy, cuando se habla de justicia social, hay millones de españoles que trabajaron en y para España y están sumidos en la pobreza.
No se entiende que este malestar coincida con gastos excesivos -cuando no inútiles- provocados desde la política para el provecho relativo de unos pocos..
. No se entiende que a los extranjeros que huyen de sus países se les atienda, con mayor dedicación y medios económicos, que al nativo tan desamparado o más que el forastero.
Este es el caso. Hoy, cuando se habla de justicia social, hay millones de españoles que trabajaron en y para España y están sumidos en la pobreza.
No se entiende que este malestar coincida con gastos excesivos -cuando no inútiles- provocados desde la política para el provecho relativo de unos pocos..
. No se entiende que a los extranjeros que huyen de sus países se les atienda, con mayor dedicación y medios económicos, que al nativo tan desamparado o más que el forastero.
No se entiende a los predicadores de la igualdad, que promueven fiestas, cohetes, derroches y otros gastos superfluos con cargo al erario público, cuando tantos seres humanos sufren carencias ineludibles.
El cumplimiento de los derechos humanos se esfuma allí donde los políticos no administran. Este derroche, va contra la equidad. Y va, aunque otra cosa se diga, contra la prosperidad del pueblo llano.
Los políticos deberían limitarse a garantizar una buena administración para distribuir lo que tenemos, sea poco o mucho, con equidad, sin olvido de las primeras necesidades para los que nada tienen ni de la conveniencia de formalizar inversiones productivas.
Por contentos nos daríamos con esa política de mínimos. Hoy hay quienes, al menor descuido se alzan con el santo y la limosna.
Han pillado a dos docenas, pero siguen existiendo a miles.
El cumplimiento de los derechos humanos se esfuma allí donde los políticos no administran. Este derroche, va contra la equidad. Y va, aunque otra cosa se diga, contra la prosperidad del pueblo llano.
Los políticos deberían limitarse a garantizar una buena administración para distribuir lo que tenemos, sea poco o mucho, con equidad, sin olvido de las primeras necesidades para los que nada tienen ni de la conveniencia de formalizar inversiones productivas.
Por contentos nos daríamos con esa política de mínimos. Hoy hay quienes, al menor descuido se alzan con el santo y la limosna.
Han pillado a dos docenas, pero siguen existiendo a miles.
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