Nuevas necesidades: me refiero a la creciente demanda de jubilados con derecho a una pensión por la que abonaron la correspondiente cuota durante su vida laboral. Han estado sometidos sus haberes pasivos a una congelación draconiana, a todas luces injusta. Y algunos políticos quieren suplir con nuevas promesas estas carencias para ir ganando voluntades y, con ellas, votos que dan poder a los elegidos; una forma de castigar el erario público. Esta es la cera que arde; no hay más..
Gastamos tanto en frivolidades con las que pasar el tiempo, que luego no llega para atender a las necesidades.
Nos dicen que el remedio llegará con la aplicación de nuevos impuestos con cargo a la Banca privada, para que no repercuta la carga en los ingresos de las clases medias, ya muy castigadas por obligaciones y tributos.
Esta idea, o más bien ocurrencia, no tiene en cuenta que la Banca, por principio, se nutre de sacar partido al dinero ajeno; fue ideada para cuidar los bienes en metálico o papel moneda de su clientela y para sacar rendimiento a los servicios que presta. Cualquier impuesto de los que la Banca abona de su peculio lo recupera con cargo a su clientela, entre las que se incluye esa clase media de nuestras desdichas.
Antes de idear los políticos soluciones injustas contando con los dineros del pueblo llano, -como sucede con el IVA que machaca a los más débiles- tendrían que empezar por disminuir la carga creciente de gastos inútiles. Disciplinar ese gasto es más fructífero que pagar a "listos" que trepan a costa de la ruina ajena.
España -y los españoles, que son los que cuentan- necesita una reforma, con un objetivo básico. Limpiar la casa, anular el gasto inútil y abrir caminos a la iniciativa privada para triplicar las exportaciones.
Y mientras se atiendan las iniciativas de los granujas y los golfos lleguen hasta ocupar puestos incontrolados en la enseñanza superior, ¡ya nos dirán!
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