No hay duda de que las ansias de independencia de una región o país, surgen con fuerza cuando el poder central se debilita. Combatir al secesionismo puede hacerse con ideas bien hilvanadas sin salirse del ideario democrático. A eso se le llama política. Pero si el triunfo del secesionismo cobra cuerpo es porque el sector unionista pierde poder y prestigio. O a la inversa; prestigio y poder.
¿Por qué y cómo se debilita el poder central unificado?
Esta es la clave de la política. Su examen bien merece una atención extensa y profunda. No puede hacerse en cuatro líneas, pero sí se puede recurrir a un ejemplo.
El Gobierno de un país pierde fuerza, poder, eficacia, prestigio si, entre sus empoderados, se generaliza la corrupción, el desmadre y la indolencia. No es una frase hecha: Es la dura realidad. De la corrupción deriva el desprestigio. Luego viene la ruina. El edificio se cae solo; y se avanza en la caída si, además, alguien lo empuja.
Si a esto se añade la poca formación de muchos oficiosos ejecutantes de la política que, a la buena de Dios, actúan sin ideal, sin programa, sin disciplina, estamos llamando al acabose. Son víctimas de su forma de proceder. En democracia cuando mandan los tontos, malo; cuando los blandos toman la batuta, peor: confunden la tolerancia con la indisciplina, el cumplimiento de las leyes sin concesiones particularizadas, con el descuido generalizado.
Es el caso de Cataluña, del País Vasco. y de alguna tolerancia a ciertos sectores privilegiados. Y al revés. Ahí tenemos a la Guardia Civil, en lucha para igualarse en salarios y dotaciones con los cuerpos de seguridad de Vasconia y Cataluña! ¡¡Qué vergüenza!!
Es el caso de Cataluña, del País Vasco. y de alguna tolerancia a ciertos sectores privilegiados. Y al revés. Ahí tenemos a la Guardia Civil, en lucha para igualarse en salarios y dotaciones con los cuerpos de seguridad de Vasconia y Cataluña! ¡¡Qué vergüenza!!
Si la economía irresuelta es mala, las particularizadas concesiones son peores.
Así estamos al borde de un estallido.
Así estamos al borde de un estallido.
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