viernes, 13 de abril de 2018

GRUPOS DE PRESIÓN


     En días pasados hube de referirme a los <lobbies> que funcionan en otros países para defender, ante los políticos, los intereses de empresas o entidades que funcionan bajo la iniciativa privada. Estas gestiones, que en  España se ejercen por los "listos" sin estar reguladas, en otras naciones si lo están y además resultan de fácil prueba y divulgación públicas.
     Dadas estas circunstancias   ¿puede decirse que   se acabó la corrupción? No. Pero sí puede combatirse  mejor. Nada es perfecto en este mundo lleno de cabritos.
     En España, por ejemplo, tenemos unas tarifas que regulan el pago de la energía eléctrica consumida por empresas y familias. Unas tarifas endemoniadas ya que para entenderlas hay que saber  latín. Las compañías, productoras de la energía dicha, han sabido defender sus intereses. Para ello tienen su < lobby> y han conseguido, en plena crisis, cerrar sus ejercicios con  sustanciosos beneficios.
     ¿Que hemos hecho los pacientes consumidores? Pagar y callar. No hay quién defienda con argumentos públicos  justos, equitativos y realizables ese desafuero. ¿Por qué?
      Nuestros políticos están encantados cuando discuten banalidades -el nombre  de una calle, o el uso de banderas- y se olvidan de los súbditos -antes que ciudadanos- que las pasan canutas para comer, vestir y reposar, perseguidos como están por tributos y tarifas sin nadie que los defienda eficazmente.
      La única fuerza que tienen los contribuyentes es el voto. En época de elecciones, todo son  promesas. Y el votante nunca advierte que promesa que se cumple, dinero  cuesta. ¿Y de dónde sale? Del postergado votante.
      Este votante, creyente como pocos, echa la papeleta con buena fe porque quiere prosperar.  Pero carece de garantías que sí tienen, por ejemplo los productores de electricidad.
      No pierdan de vista este hecho: los electores necesitan grupos de presión, <lobbies>, con los que cobrar el valor del voto que hoy regalan.
      Eso es lo que quería decir. Otro día hablaremos de los  medicamentos. Cosa fina, si las hay.














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