lunes, 22 de enero de 2018

UN DESACIERTO POLÍTICO

     En cualquier planteamiento o debate político suele filtrarse, como normal,  el discurso vengativo  que consiste en divulgar, atacar y despreciar  los defectos y errores del adversario o enemigo, aún sin pruebas.
     No confundirse: algunos políticos españoles llevan años  poniendo las cosas en su sitio cuando, . hasta  los más destacados miembros de ciertos  grupos políticos caen en la tentación de sisar. Esta conducta no prestigia a los protagonistas sin escrúpulos. En consecuencia, pierden poder,  si la crítica, publicada a los cuatro vientos, responde a la verdad y despierta la atención de las masas votantes..
     En buena lógica, cada partido político vigila por sistema la conducta  de  sus adversarios y  si abusan por codicia, aprovechan la ocasión para actuar  como  voceros, en línea con sus justos deseos de que los demás pierdan votos.   
     Así está la cosa: el partido que gobierna España no ha querido o no ha  sabido (o las dos cosas)  reconocer sus fallos delictivos publicados con expresiva claridad; no ha sabido darlos por existentes, buscar a los culpables,  echarlos fuera con un buen barrido, arrepentirse, pedir perdón y reparar daños y perjuicios.
      Disraeli, político británico bien curtido del siglo XIX, nos dejó esta  frase digna de ser recordada: "Piensa antes de hacer; pero no te pases tanto tiempo pensando,  que no  llegues a  empezar". Y su complementaria que sigue inédita:"Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen".
     La Constitución española concede a los Gobiernos medios para combatir excesos,  aún  siendo sus autores parlamentarios con fuero propio.
     ¿No quisieron o no pudieron? No quisieron por un mal entendido compañerismo.
      Ahora  hay que pagar la factura. Y no  vale la fórmula italiana de "tápate la nariz y vota a la Democracia Cristiana". También fracasó en Italia.

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