viernes, 5 de enero de 2018

IGUALDAD Y LIBERTAD

     No es cierto al cien por cien, pero las artes de la política están  muy relacionadas con esta doble oferta,  defendida por los aspirantes al poder para hacerse con el mando: igualdad y libertad para todos los seres humanos.Luego está la fraternidad, -la solidaridad en lenguaje puesto al día- algo difícil, casi impracticable: una pintura optimista muy de desear pero también  muy olvidada.
     Usted, lector, está en su derecho  de llevarme la contraria pero si toma conciencia de cómo esta organizada la vida de los seres humanos, de sus congéneres, verá cómo son víctimas,  en muchas ocasiones,  de la libertad ajena -por encima de la propia- y no digamos de la desigualdad organizada para que un mindundi cualquiera trabaje a las órdenes de un superior por cuatro miserables reales.
     Naturalmente, todo político mal criado en ese clima, se siente llamado a corregir la doble anomalía, doble deficiencia, y se va encontrar con que su ocurrencia no es nueva: las religiones monoteístas, con la promesa de un  cielo y un infierno (y no confundir: la fe religiosa tiene, además, otros horizontes) no hacen sino consolarnos: todos somos iguales ante Dios y gozamos del libre albedrío del cual somos responsables.
     Pero el desalmado dinero que todo lo puede en este mundo traidor, no hace otra cosa que comprar libertades y establecer desigualdades. Al fin, en ese  vil trajín  con papel estampado,  con tarjetas de crédito y con un sobre valorado metal, es donde anida el tinglado de la política y, usted, con dos dedos de frente discurre: aquí si no  te haces rico terminas mordiendo polvo.
     Claro está: una de las formas de enriquecerse obliga a una mayoría a seguir por el camino de la política. Puedes empezar sin tener donde caerte muerto y terminar forrado tú y los tuyos. Hay excepciones.  Lo demás está podrido.
      ¡Menos mal!
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario