viernes, 19 de enero de 2018

ESTADO DEL BIENESTAR

     La razón de ser del "estado del bienestar" no es otra que la de eliminar los efectos de la pobreza dentro de cada país.
     Para que esto suceda con normalidad y eficiencia, hay que organizarse; se ha de mantener  un conjunto de actividades económicas productoras de bienes y servicios de alta rentabilidad. Han de ser muy rentables para el que  ejerce y dirige el cotarro y, por tanto,  susceptibles de soportar una elevada presión fiscal  proveedora de fondos para  el bienestar de los necesitados.  
    Es probable que para cumplir estas condiciones básicas y que el sistema funcione, hayan de  introducirse reformas y cambios que chocan con algunos hábitos y costumbres,  muy extendidos entre españoles de todas sus nacionalidades y regiones. Por ejemplo una reforma fiscal que reduzca  a mínimos la defraudación tributaria.
    Hablemos de España:  sería imprescindible  satisfacer la necesidad que se siente de saber con exactitud el importe de los dineros que escapan del control fiscal, para acabar con la epidemia. Y no nos engañemos: haría falta, además, darle un meneo radical al sector de la enseñanza,  para formar muy buenos profesionales y competir con ventaja en la palestra de la aldea mundial. En el fondo el bienestar va parejo a los estímulos renovadores y a cualquiera se le alcanza que la investigación pujante está (y estará) en manos de los mejores científicos.  
     Usted lector comprenderá que una iniciativa de este estilo, bien explicada y puesta en marcha por unos buenos y honestos políticos,  sería beneficiosa para una  inmensa mayoría de ciudadanos españoles de ambos sexos, y no originaría ni gastos inútiles, ni pérdidas de tiempo,  ni cabreos odiosos, ni  fricciones fronterizas.
     Es decir que estamos perdiendo el tiempo y el dinero en lo que en mi pueblo llamaban chorradas del sacristán.
     ¡Así que pintan bastos!
    

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