Si España quisiera dividirse de veras, podría trazar una línea roja entre administrados y administradores; entre ciudadanos electores embridados por sus obligaciones y magnates dominantes elegidos para enseñarnos civismo con su limpia conducta. .
Todos- unos con buena intención y otros por el bien parecer- estamos preocupados con la trayectoria que nos espera: endeudarnos hasta las cachas para reunir el total necesario con que pagar a los pensionistas, sin grandes mermas, su merecido retiro. No hay fondos suficientes para reunir el total de millones de euros, necesarios para atender este compromiso.
Existe una costumbre muy española -y no digo que sea corrupción- que permite a los políticos designados para desempeñar un cargo oficial, llevar consigo como personal de confianza y poner en nómina a un buen número de conmilitones que van a funcionar como asesores y cargos por el estilo. En otros países, se valen del personal oficial ya en nómina, para evitar gastos fácilmente eludibles
En esas tareas, entre políticos y compromisos anejos, se colocan en España unas 500.000 personas, repartidas entre las dependencias del Gobierno central, de las Comunidades Autónomas, de los Ayuntamientos y otras entidades oficiales. En Alemania no llegan a 100.000 los elegidos para estos menesteres, cifras que me aporta una publicación que parece verosímil y siempre salvo error u omisión.
Es decir: no se pueden pasar por alto ni quitar importancia a estas que parecen fruslerías implantadas bajo consignas de apariencia sagrada, como servirse de la frase "personal de confianza" para enchufar a un pariente, a un amiguete o cosa parecida.
¡Veremos como salen los políticos de esta encrucijada! Sospecho que con alguna chapuza.
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