viernes, 12 de enero de 2018

PERSONAS, PAÍSES, POLÍTICOS

     Adviertan esta realidad: a los políticos les preocupan los países y en sus programas de futuro incluyen con preferencia cambios que, se entiende,  dignifican al género humano organizado como nación o ente parecido.
     Quiero decir que su proceder es genérico y se concentra en  problemas o  males colectivos. Por ejemplo: prometen la enseñanza gratuita, la reducción de impuestos, el arreglo  de la red de caminos.  etc., etc.  para multitudes, pero no bajan  a ver cómo vive el individuo, cada persona. 
      Mejor dicho: la persona no suele ser objetivo directo que preocupe a  los políticos, salvo aquellos casos que afectan a sus particulares intereses. Al fin y al cabo, como cualquier hijo de vecino, el político está rodeado de familiares, camaradas, amigos... o prójimos cercanos e influyentes personajes  a los que no olvidar: hoy por tí, mañana por mí.
     Para ser  más exactos,  los políticos, por lo general, proyectan sobre las masas sus grandes y generosas ambiciones y reservan para los elegidos las inmediatas satisfacciones.
     Y así vamos tirando...
      Por ejemplo los españoles somos los europeos que más caro estamos pagando el consumo de energía eléctrica. Es una tarifa doble de la vigente entre los suecos, siendo como son ellos en su mayoría ricos y nosotros pobres o medio pensionistas.
      ¿Por qué sufrimos esta injusticia?
       Porque los españoles, de uno en uno, somos capaces de crear masas para llenar calles y parajes  diversos con criterios procesionales y nos resignamos a que nos condenen a ser pobres en masa, castigando a la persona con iniciativas, a retirarse en su austero domicilio, al calor de unas pocas y pobres ascuas que no interesan a la voracidad política.
       Son mayoría los políticos que buscan la puerta giratoria con la que satisfacer sus ansias personales. La corrupción sigue en marcha. Mientras  la mayoría cede lo poco que tiene para pasar el invierno, una sociedad productora de energía eléctrica  anuncia el pago de un 10%  de intereses al capital invertido por en este negocio.
       No es demagogia. Es la puñetera realidad:  Asistimos  a una merma del poder adquisitivo de los mortales ya empobrecidos en beneficio de unos pocos privilegiados. Los alfa de nuestra generación.



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