¡Para cuatro días que vamos a vivir...! Unos cuantos habitantes de cada núcleo ciudadano, ¡qué podemos hacer! suelen ser ricos. Otros, terminan el mes, ni fu ni fa: lo comido por lo servido. Los demás, en gran parte, son pobres; se nota por su forma de vivir, un tanto desarrapada.
Estas tres clases sociales, y algunas más, conviven; lo que no impide una separación voluntaria. Es decir sin murallas humillantes que dividan las tres zonas.
Son pueblos acostumbrados al distanciamiento social, sin imponer barreras; dejan abierta la posibilidad de que los habitantes de una misma ciudad se crucen en el camino hasta mestizarse. ¿En bien de todos? Tal vez no; pero conviven.
Esto no impide que la riqueza se amuralle. Que cierren los caminos a los pobres. Así nacieron los guetos. Derivaron, luego, en campos de exterminio.
Es muy difícil huir de la pobreza. Muchos que lo intentan empiezan por saltar barreras. Y muchos mueren en el intento. Grandes masas fugitivas, en busca de pan y techo, terminan por cambiar de táctica; terminan por dar con un líder dispuesto a todo, capaz de unir a las masas de fugitivos hambrientos que no pueden hacerse entender por las buenas. Así empiezan las guerras; así la lucha de los humanos, por hacerse con un sitio donde hallar comida y guarida. Luchas tan viejas como el sol.
. En los EE.UU de América del Norte, un iluminado prepara la muralla para aislar a los pobres mexicanos
Parecerá mentira: puede ser motivo de una respuesta de dimensiones incontrolables.
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