En la España económica-laboral se han consolidado dos cambios, respecto a épocas pasadas: no hay suficientes puestos de trabajo para atender la demanda y es difícil y problemático reducir el número de trabajadores en paro.
En consecuencia, la ley que influye en la oferta y la demanda de trabajadores se impone, y la remuneración de estos últimos se degrada.
Hay dos resultados influidos por esta realidad: el oficial y el flotante, aunque semi-sumergido. El a oficial se controla con datos fidelignos, expresamente declarados por aquellos impelidos a cumplir la ley. Los resultados sumergidos están incontrolados, porque el sector funciona a salto de mata: es una especie de islote flotante que navega sin recalar en puerto alguno para eludir la recaudación social y la tributaria, en perjuicio de los que sí se ven obligados oficialmente a soportar los gravámenes más curiosos.
Esta enfermedad social ha pasado a ser endémica y muy difícil combatirla, sobre todo en algunas sociedades que nacen, crecen, se desarrollan y mueren, con un fallo genético, obligadas a soportarlo durante toda una vida. No se ha inventado el remedio o antídoto que inmunice a la sociedad afectada.
Cuando se oye clamar a las víctimas de este mal -con más razón que el Santo Job- algunos dudan: por fin, aparece un nuevo partido dispuesto al ataque para desde dentro, anular los efectos negativos e esa situación...
¡Ustedes lo están viendo! Todo lo que era paz. bienaventuranza y sonrisa, el combate a la "casta" y el desmontaje de las "puertas giratorias", se traduce en ambiciones personales emparentadas con actividades sumergidas para huir de la más noble competencia ciudadana.
Falla la lealtad a la palabra dada.Algo que también explica el avance de muchos nacionalismos.
¡Pero ése es otro cantar!
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