LOS FUEROS VIGENTES EN EL PAÍS VASCO.- Me detengo en mis divagaciones a observar el comportamiento de los separatistas catalanes y el concepto elaborado de nación al que aspiran, precisamente cuando a los pueblos promotores del invento se les queda pequeño el país-nación y centran sus esfuerzos en la configuración de uniones continentales de territorios sin fronteras.
Paradoja: aquí me tienen hablando de fueros.Todo porque en la Constitución española de 1978 se presentaron no pocas reclamaciones para recuperar las antiguas competencias forales. Contra todo pronóstico, pudieron ser derogadas en el texto constitucional las disposiciones que en el siglo XIX se dieron para acabar con el régimen foral tan antiguo y tan añorado por gran familia vascongada. Y se derogaron los fueros que la Constitución de 1978 trató de resucitar.
Esto hace suponer que la foralidad en Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, no ha pasado a mejor vida sino que aún existe. Y no es verdad, ya que el régimen autonómico vigente, para empezar, está inmerso en un entramado legal que reconoce el equilibrio de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) totalmente uniforme, enemigo de las esencias forales que entremezclaban ese poderío en virtud de herencias y privilegios no justificados para los defensores de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Por ejemplo, las Juntas Administrativas de los pequeños pueblos alaveses, se elegían por los cabezas de familia que tenían asignada suerte fogueral y los candidatos no se presentaban por partido político alguno; eran sencillamente vecinos del pueblo elegidos entre los más destacados por su honradez y buenas costumbres. En la actualidad votan todos los censados en pie de igualdad y se forman candidaturas partidarias. Con tal motivo, se esfumó el fuero.
Los derechos históricos de los territorios forales andan perdidos en legajos inútiles porque la ley inexorable del tiempo pasado y el inevitable cambio de costumbres, ha hecho inviable la recuperación de vigencias que ya son historia.
¿Hablamos del espíritu foral? Tal vez por esa vía podamos encontrar alguna aproximación a lo que fue en sus mejores tiempo la vigencia del fuero.
Esto no impide que los catalanes separatistas -que se ponen ellos mismos en la cresta de la ola de la modernidad donde se espuma el progreso- estén aún en los tiempos de la contrarreforma. Algún día se darán cuenta.
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