martes, 6 de octubre de 2015
DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LXX
EL CAMBIO COMO RECLAMO.- Todos los discursos electorales del PSOE, principalmente los de su Secretario General, terminan con el ofrecimiento de un"cambio", se supone que en favor de los españoles que se sienten castigados por la crisis. Es un lema positivista que lo entiende un niño y que, a fuerza de repetirlo crea adictos.
Los discursos del PP dirigidos a los electores, se centran en un lema -el de la "estabilidad político-económica"-, con una idea aparentemente opuesta al "cambio" deseado en favor de los peor dotados. La "estabilidad", pese a todo, es una garantía para no perder el terreno conquistado a la crisis, un mal recuerdo para millones de españoles que la han sufrido y que también votan.
Lo bueno del mensaje del "cambio" es que se entiende a la primera, se asume y arraiga, porque anuncia la concesión de subsidios y ayudas, aunque induzcan a un mayor gasto público no productivo; y lo prometedor de la "estabilidad", es que nos quiere evitar el riesgo de perder unos niveles de bienestar en alza, favorecidos por la creación de empleo desde el sector privado, con lo que aspira a evitarnos ese gasto público que llevaría a un aumento de la presión tributaria.
El "cambio" abre esperanzas para todos, pero no nos dicen cuál es su contrapartida. La "estabilidad" trata de garantizar la línea de bienestar recientemente iniciada; pero quienes lo explican lo hacen tan mal (cuando lo hacen) que pocos lo entienden.
La "estabilidad", es algo perdurable, de modo que si la situación actual se "estabiliza", para una mayoría no avisada se asociará a la austeridad que padecen y, por tanto, a una vida miserable en beneficio de los más pudientes. Esto aconseja eludir ese vocablo, "estabilidad". Bien podría designarse de una manera que cautive: algo así como ofrecer "garantías de prosperidad" para todos.
Estos razonamientos, que los entiende hasta un púber estudiante de primaria, no los asimilan los politicastros, algunos con mando en plaza, aunque se pongan en riesgo de perder las elecciones por falta de imaginación.
Pero con todo y ser ésto una divagación mía, no me negarán que tiene su lógica; lógica que nos informa de que una idea, aun siendo buena objetivamente, puede no reflejarse en las urnas y ser dolorosa si los electores se inclinan por el "cambio" y se ciscan en la "estabilidad".
Amigo lector: Si digo estas cosas es porque para mi es un placer liberarlas como si fueran palomas mensajeras. Aunque sea triste decirlo, mantengo la insana confianza de que, los responsables de la propaganda electoral "estabilizadora", las vean ver volar con la indiferencia del buey viendo pastar al rebaño.
No les deseo el coscorrón, en el que por cierto influirían también otros factores, pero si es bueno dejar constancia de que hasta para remendar zapatos hace falta un grado de profesionalidad. A la política, además de chorizos, se apuntan demasiados aficionados.
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