jueves, 22 de octubre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LXXXIII

     LAS PROVINCIAS EXENTAS. Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, a medida que España se configuraba como reino bajo los Austrias y primeros  Borbones, fueron conocidas como provincias exentas.
     Por razones históricas, estas Provincias tenían sus obligaciones y que prestar servicios al pueblo, sustituyendo en ciertas funciones al Estado. Era una consecuencia del régimen foral heredado de sus mayores. A cambio de esta carga, su contribución al sostenimiento de la Corona revestía la forma de donativo no excesivamente gravoso.
     Los fueros, para entendernos, suponían el ejercicio de tareas a cargo del erario foral. Por ejemplo la construcción y cuidado de carreteras y caminos era una competencia foral. La Provincia construía a su costa y cuidaba de estas vías de comunicación. Las otras provincias, de régimen común no tenían que atender, con tanta amplitud,  estas obligaciones. Sin embargo, esta circunstancia contribuía a que las Provincias exentas, las Vascongadas tuvieran la mejor red de carreteras  de España.
     ¿Por qué sucedía tal cosa? Sencillamente porque la Corona, ministros y corte aneja, el Poder central, atendía otras obligaciones con el  dinero aportado por los contribuyentes  a las Arcas del Estado, pero no las vías de comunicación,  cuanto más alejadas más olvidadas.
      Además, dicho sea de paso, las administraciones forales eran  austeras y cuidadosas de sus dineros.  Por los sesenta del siglo XX, se inició en la carretera radial   N-I un plan de mejoras a cargo del Estado, (Plan Redia), que venia a costar, según informaciones de la  época, en tramos rectos y normales, un millón de pesetas por kilómetro. La Diputación Álava, se ahorraba un  veinte por ciento de esta inversión,  en la ejecución de ese Plan en un tramo alavés de la misma vía.
      Todo empezó a cambiar, en las carreteras de toda España,  cuando gran parte de ellas pasaron a ser gestionadas por  las CC.AA. que recibieron medios económicos -gracias a la UE- en la década de los ochenta.
      ¿De todo esto se deduce, acaso, que  deben darse  más competencias y más recursosa a dichas CC.AA.? No, y lo dicen los expertos. España, no puede sostener el, régimen autonómico tal y como hoy funciona. La inversión que demandan las CC.AA.  y la atención de sus cargas es probable que no se pueda soportar por un país de las características de España.
      Hay que racionalizar el sistema autonómico español, condición que cumplían  las autonomías forales de la anteguerra que,  con pocos medios y menor presión tributaria que el Estado, prestaban mejores servicios al contribuyente.
     Pero ¿por qué no examinar y estudiar algunos aspectos útiles del sistema foral y adaptarlo de algún modo a las nuevas necesidades?
     Ya veremos.

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