miércoles, 14 de octubre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LXXVII

     LA GRAVE SITUACIÓN POLÍTICA DE ESPAÑA.- La primera propaganda electoral de la  que guardo memoria, fue la de febrero de 1936 que ganó el Frente Popular. Tengo la sensación de que Gil Robles con  una frase "Estos son mis poderes" y su referencia a las masas de  votantes de la CEDA, pecó de suficiencia. Y recuerdo que la "Amnistía" y una promesa nada velada de implantar la "revolución del proletariado", animó la unidad de los partidos que integraban el Frente Popular y se hicieron los amos.
      La siguiente campaña electoral fue la de 1976 donde los votos estaban configurados por los años de espera de una ordenada transición,  desde la dictadura a un régimen democrático: fueron los votos de un tardo franquismo dados a Suárez (tardo franquista) con ganas de que España se pareciera políticamente a la mayoría de países europeos. Suárez y sus gentes  aprovecharon  la ocasión con acierto para mantener el cambio -con su terrorismo a cuestas- dentro de un orden, para lo que se contó con algunos apoyos llegados desde el exterior. Un viejo antifranquismo comprendió que los españoles no estaban para organizar revoluciones  y pactaron un cierto entendimiento que vino a resultar positivo para no volver a encender la mecha de la discordia.
     Llevamos vividos en España,  después de todo,  tantos años de  dictadura como de democracia y, curiosamente,  han reaparecido, con esta última, dos movimientos convulsivos que nunca se olvidaron del todo: el del separatismo, ahora llamado soberanismo,  y el de la revolución del proletariado, ahora llamado populismo, cuyas reivindicaciones totalitarias responden al estilo del superado comunismo en sus conocidas variantes.
     ¿Qué le pasa a la derecha moderada española?  Le pasa que nunca tuvo (no es cosa de hoy) un proyecto político capaz de ilusionar a un amplio espectro de votantes (clases medias) para responder a estos convulsos; no tuvo un proyecto debatido y aprobado por los suyos a  las claras;  proyecto sobre España como nación integrada en la UE, y sobre su estructura social.
     Los  soberanistas, por su parte, y  los populistas, desde la otra,  hacen, como años ha, lo que les da la gana, y no andamos  lejos al pensar que con  el capitalismo y el sindicalismo ocurre algo parecido.
     Arreglar este despropósito puede parecer un sueño. Por ejemplo: ¿Quién  es el llamado a defender al Poder Judicial afrentado en Cataluña? Nadie lo  sabe, porque nadie quiere agarrar al toro por la cornamenta. Aquí  nos tiene Europa a los españoles viendo lo que pasa,  con la impasibilidad propia de una lechuza, como quien observa la caída de la lluvia desde una vidriera.

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