PRESTIGIO DE ESPAÑA EN EUROPA.- Los españoles llevan años sometidos a la escandalera descriptiva de la corrupción en las esferas del poder, atizada desde algunas facciones políticas con más tenacidad que acierto.
Ya hace tiempo que alcanzaron el cenit de audiencia, ciertos medios de comunicación, con el uso y abuso crítico-narrativo de toda fechoría organizada en perjuicio del sector público que, luego, repercute sobre el ciudadano víctima final de abuso. Los excesos cansan.
No tardará en llegar la caída de atención sobre esta plaga corruptiva. Es un proceso que termina por agotar a la audiencia, dado lo aburrida que resulta la narración de los hechos por repetitivos, largos y monótonos. El oyente o vidente espectador cambia de cadena, cada día con más frecuencia , para eludir un seguro hastío.
Acabado el proceso electoral que anima el escenario, sonarán otras músicas porque una vez que cada asunto, por morboso que resulte, pasa a manos de la Justicia, pierde el interés que antes despertó tanta atención. A estas alturas, aun estando en vísperas electorales, ya están reflejando las encuestas este desánimo.
El partido más castigado con la corrupción ha sido sin duda el PP. Se han dicho perrerías de este partido, como si entre sus votantes nadie fuera honesto y los demás, entre los que ejercieron el poder, estuvieran libres de toda culpa.
El PP tiene una carta positiva que jugar: su prestigio en la Unión Europea; prestigio difícil de desmontar. Si consiguiera ese PP tan denostado, probar que ese prestigio es una garantía para la prosperidad de las clases medias y trabajadoras españolas, su triunfo estaría asegurado con holgura.
Aunque algunos piensen lo contrario, con bases mucho más débiles, ganaron otros las elecciones. ¿Por qué no pensar con criterio positivo?
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