lunes, 19 de octubre de 2015

DIVAGACIONES DESDE VASCONIA LXXX

   
      ALFONSO ALONSO EN LA ENCRUCIJADA.- El centro derecha alavés se presentó a las primeras elecciones democráticas,  en 1977, con un candidatura independiente y foral que hubo de recoger un amplio número de firmas, ante notario, para legalizar su situación. Tenían las firmas, pero no el dinero. Y tenían unos ideales y un  programa que habría funcionado con éxito en favor de los alavese, sin sentimiento alguno antiespañol. Ideales con antecedentes históricos basados en el auge de la provincia con una palanca que nunca falla : administrar con rectitud y justicia los medios económicos de cada territorio histórico (en toda España, como se hacía en Álava),  y trasladar el beneficio a los administrados, todos conocidos y cercanos  al poder.
     Entonces, desde Madrid, ofrecieron a estos alaveses,  con su candidatura foral en marcha, su integración en la UCD, partido que no tenía candidatura en Álava, pero tenia dinero. No hubo otro remedio. El centro derecha de Álava, sin medios económicos, quedó sumido en la  UCD.
     La candidatura alavesa pasó de ser foral e independiente, a ser la sucursal de un partido interclasista de ámbito nacional; partido poco identificado con la problemática y la idiosincrasia vasca.
     No es que quisieran desde la UCD negarse a ciertas complacencias; es que no valoraban en su justa medida los anhelos vascos  y para interpretarlos, igual que ha sucedido en muchas ocasiones,  se fíaban más de los nacionalistas vascos, -correosos y experimentados como nadie en mil  batidas-, que de los "ingenuos" foralistas  de centro, asentados en un pequeño territorio dedicado al cultivo preferente de la patata.
    En Guipúzcoa no formó candidatura  la UCD y en Vizcaya  pusieron en cabeza a un candidato que vino a ser el mejor amigo y valedor -un "submarino" del PNV como años mas tarde lo confirmaría el aludido-, para llegar a desventajosos acuerdos para el ciudadano medio vasco que,  sin darse cuenta, está costeando una autonomía que podrías salirle a la mitad de precio.
    La UCD ganó las primeras elecciones en Álava, pero cualquier político perspicaz se daría por avisado de que  el voto dado a este partido (y más tarde a  los que serían  sus herederos) era un voto vacío de contenido y llamado a mantenerse fiel hasta donde fuere posible, a cambio nada.  Eso mismo vino a suceder luego en toda España. La UCD seguía siendo una coalición de talentudos ambiciosos que terminaron por cagarse el invento.
    Poco más tarde, los electores del centro derecha de Álava,  en 1982, se vieron descentrados, en tierra de nadie,  con un solo partido de derecha organizado en forma: la AP liderada por Manuel Fraga a quien  en Vitoria (por los sucesos de marzo del 76) se la tenían jurada.
    Una persona muy joven entonces  de AP, con talento político,  Ramón Rabanera, acogió una idea y le dió los primeros márgenes de confianza: "Hay que unir a la derecha vasca; somos tan pocos -y tan mal avenidos- que así no vamos a ninguna parte. Empecemos por estudiar las posibilidades que ofrece una moderna teoría del espíritu foral".    Asumieron  el proyecto, primero Jaime Mayor Oreja y luego Marcelino Oreja y otros líderes y empezó a fraguarse una Coalición que participaría en las elecciones  generales de 1982. Y se consiguió integrarla entre AP-UCD-PDP-UL Fué elegido Diputado por Álava,  Marcelino Oreja cuando la UCD se hundía en toDa EspAña. Pero,volvió a olvidarse el espíritu foral.
     Aquella unión funcionó gracias a la colaboración de gran número de personas y en las siguientes elecciones autonómicas (1984)  logró tener  siete parlamentarios vascos centristas. Esta unidad,  bajo el nombre de  Coalición Popular,  fue el primer paso para que se estudiaran las posibilidades de recomponer en toda España un nuevo centro derecha español que se llamaría Partido Popular. Así se empezó  a conseguir que funcionara una organización bien concebida  de la derecha moderada española.
      ¿Qué pasó luego? Que el nuevo partido ganó en electores pero a cuenta de que se subieran al carro las primeras cuadrillas de ambiciosos, unos del cargo, otros de la bolsa y algunos de ambas cosas. Y aunque el,partido se acercó al problema autonómico queriendo evitar la confluencia competencial entre instituciones de distinto ámbito, se volvieron a olvidar del espíritu foral.
       Han pasado más de treinta años y aquí estamos cortos de ideales, sin un partido que  reivindique todo lo que los alaveses, primero, y los vascos unitarios, después,  han ido perdiendo en ese lapso de tiempo. Así estamos.  cada vez más solos, cada vez más tristes, en caída libre Y lo que es peor: sin reivindicar lo perdido y sin enterarse de qué va la fiesta.
      Pero,  ¿es el momento de entrar en pormenores? ¿O sí? Estamos en período electoral. También en el País Vasco. Una gran tarea para una nueva dirección del PP vasco: la de Alfonso Alonso Aranegui. Le deseo toda suerte de aciertos. Puede ser una milagrosa luz al tópico final de un túnel. Pero ha de hilar muy fino para  dotar de unos ideales y de un  programa atractivo y justo a los muchos vascos de centro y unitarios que lo están deseando a pesar de los pesares. Hace falta quererlo. Sin ideales y sin programa, tiempo perdido. Ideales y programa para Vasconia, en tanto España sea el paraíso de las taifas.
 

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