Un lector -le supongo bien intencionado- que me acusa de no ver en los políticos su deseo de acertar para engrandecer a España y a sus ciudadanos, me pregunta con cínico desparpajo: "Y tú, ¿qué harías?".
"Temblar", porque el problema se las trae, y luego obrar con cierta lógica sin dejar al olvido las necesidades más urgentes".
"Veamos -insisto- por dónde empezar". Y me acojo -a bote pronto- al proyecto progresista más racional vigente, en parte, en los países más adelantados. Cuatro bases a crear para sentar los cimientos de un futuro equitativo -nunca falsamente igualitario- sobre los que elevar el edificio equilibrado donde cada uno pueda desarrollarse dotado de un digno bienestar, sin excesos por otro la inútiles.
¿Un digno bienestar? Sí. Apoyado en estos cuatro cimientos:
- Una enseñanza de vanguardia servida a domicilio y complementada en reuniones docentes con carácter constructivo y solidario, pensando en los más débiles.
- Un puesto de trabajo para un inmenso número de aprendices, tan pronto alcancen la mayoría de edad, proyecto solo posible si la enseñanza funciona desde la más exigente vanguardia pensando en el valor añadido.
- Un sistema sanitario concebido desde una formación social saludable basada en la medicina preventiva, con gran preferencia sobre la curativa, inalcanzable esta última sin grandes inversiones.
- Un medio de ahorro, también preventivo, ajeno al sistema de reparto, mínima garantía este último, que conduce a una indigna jubilación de los mayores o mermados de capacidad laboral.
Como verán este proyecto básico solo es posible si empieza en la escuela y termina con la política hoy llena de ganapanes que disfrutan con la ley del mínimo esfuerzo.
Cuando quieran charlamos sobre la materia.
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