lunes, 6 de enero de 2020

CONSAGRACIÓN DE UN LÍDER

     Desde remotos tiempos, cuando el hombre macho quiere conseguir algo importante sabe rodearse de un grupo elegido de madres experimentadas o con vocación para ejercer sus funciones aún siendo solteras. No es -esto que digo- una novedad: la historia lo demuestra.  Y en la actualidad, aquí en la España histérica (de histeria, estado de excitación nerviosa) que nos ha tocado vivir,  la participación femenina y su, éxito allí donde mandan las señoras,  demuestra cómo la superioridad política del ramo femenino sabe alzarse con el poder hasta en los días de fiesta.
     El poder no se mide únicamente por el número de votos; hay que valorar la calidad del votante y eso se consigue fundamentalmente por la vía del amor, sin olvidar la fuerza de la guerra. Y en el caso que nos ocupa, el macho hispano (incluidos los secesionistas) no aprecia esto que digo ni cuando se muestran pacifistas, es decir cuando y donde el amor se finge pero no existe.
     La derecha viril provinciana y suficiente se mueve en un clima medieval o poco menos, sin tener
 en cuenta que ellas, las chicas,  desde que son niñas y a medida que crecen, van a la escuela y asumen lo que estudian antes que los chicos;  y teniendo donde elegir aprovechan estas circunstancias para irse con los mejor liderados, más listos, en este caso izquierdistas. (Excluyo de esta calificación a los varones que viven una soledad avispada, porque no se fían de promesas ni castañas).
     Solo quiero decir que si la guerra te la hacen y se gana con aviones y tú no los tienes, date por vencido.
     ¿Y cuál es el "avión" que le falta a la derecha moderada de España? Un líder o una lideresa. No basta el discurso que siempre ayuda. Hace falta talento. Y el tal talento es un abanico de virtudes que se abre o cierra con prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Y hoy por hoy no se nota.

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