viernes, 24 de enero de 2020

EL VOTO Y EL VETO (4)

    La nación -según el concepto político moderno- surge en territorios muy diversos para favorecer a los seres humanos que la integran. Normalmente los nacionalizados en estas comunidades se sirven del mismo idioma, pero esto no impide que se han hecho posible la discrepancia cuando funcionan dos o más lenguas.
    Esto aparte, lo que no suelen plantearse los partidarios de unir gran número de colectividades diversas, es  un modelo de nación llenos de masas migratorias que terminan por debilitar a la comunidad. O dicho de otra forma, si el numero de los nativos que mueren supera a los que nacen, para alcanzar como nación un  cierto grado de bienestar, han de aceptar,  por las buenas, un repertorio de inmigrados pobres. Y esto, entre personas bien formadas -y por ende solidarias con los nativos y predispuestas a mantener un sistema ciudadano con estilo propio-, no hace sino deshacer la magnificencia de un pueblo modélico. (El hecho de citar lo que sucede, no puede tomarse por la aprobación del caso).
     Es un problema con el que contar y que solo podría mitigarse si previamente se exigiera al emigrante un nivel cultural. Y eso se paga o no funciona.
     Los remedios sólo se hacen posibles si se montan escuelas para admitir manadas migratorias con las que ponerse al nivel de los nativos. Sólo así se evitaría la decadencia popular y la masificación de las multitudes.
     No olviden que estamos en la Europa Unida, poco partidaria de nacionalismos nuevos, cuando lo que desea es borrar diferencias. Es un deseo a resolver por votos sin olvidar el veto.


    

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