martes, 7 de enero de 2020

HACE UN PAR DE DÍAS

     Hace unos días, un par o poco más, puse a bajar de un burro a los Diputados en Cortes, por el espectáculo que nos montaron en la sesión plenaria para elegir al Presidente del Gobierno de España.
     Los españoles, que al fin son los que pagan a sus gobernantes -sigo exigiendo-, están hartos de tanto exceso que encarece aún más las soluciones propuestas por unos y por otros. Todo lo que prometen supone el gasto de caudales dinerarios -millones y más millones de euros que no tenemos- que nadie -nadie, tomen nota- se atreve a pronosticar cuándo y cómo se van a pagar. Entre tanto, la tajada monetaria, que se da al erario público para el pago de intereses devengados por dicha deuda, es una millonada.
     Es decir -entiéndase- que por este camino que va para largo, solo se consigue que los españoles (en especial las clases medias y bajas) sean cada año que pasa más pobres, mientras los ricos se deslocalizan y huyen porque es más barato cambiar de residencia que aguantar reformas al estilo
"poderista".
     A muchos españoles que viven de su trabajo se les hace ver que la justicia social se arregla con frases hechas, para convencer a incautos, o combatiéndolas a grito pelado en un día laborable. Al final los afectados terminan por bajar la persiana porque huir no pueden.
     Los problemas derivados del bla-bla de los que se sienten útiles cuando no lo son, afectan a tres sectores: al laboral, al comercial y al educacional; los demás, tal que la independencia territorial, desaparecerían reformando las bases de los tres primeros.
     Pero hablar de esto y decir "no", ni se arregla a gritos ni es aceptable entre tantos "titulados" como pare la madre patria.

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