Los ancianos -ellas y ellos- se quejan con razón de la pérdida de capacidad adquisitiva que vienen sufriendo sus haberes pasivos al paso del tiempo. ¿Por qué sucede tal cosa? Muy sencillo de explicar: porque aumenta el número de pensionados a cobrar y disminuyen los obligados a pagar.
¿Cuál sería la solución auténtica del mal? El equilibrio quedaría resuelto si aumentara en proporciones generosas el número de cotizantes, o sea el de trabajadores en activo de ambos sexos. Es decir, el doble, o más de las y los asalariados, para mantener en equilibrio el pago de retiros, sin endeudarse.
Los malos políticos prometen y prometen, con un cinismo que espanta. Y los afectados por el fracaso ineludible, ya se sabe, se han de conformar con ajo y agua.
Luego no hay remedio, me dirán. Pues sí lo hay. Pero han de contar con sujetos creativos de puestos de trabajo de forma fabulosa y constante: políticos inteligentes, decididos y emprendedores. Usted lector tenga la bondad de seguir el debate de los aspirantes a ser amos de España al calor de una democracia incompleta, con la que lograrán, únicamente, un poder personal anticuado pero rentable.
Todo tiene su explicación. Mañana será otro día. Y nadie hablará de una globalización demoledora a padecer por pueblos atrasados.
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