Si usted cuenta con facilidades para la comunicación, sabe utilizarlas con sentido mercantil y está dotado para actuar con agilidad y ojo clínico, puede ganar poder en los campos más diversos. El poder, en cualquiera de sus manifestaciones, da dinero. Y el dinero arrasa fronteras, derriba muros, convence a los dudosos, castiga a los débiles... salvo contadas excepciones.
La ignorancia -como siempre muy atrevida- anda sometida a insulsas ocupaciones que terminan por adocenar la inquietud y los deseos de triunfo propios de los seres humanos.
Esta es la realidad que nos rodea; realidad que no distingue y confunde la velocidad con el tocino.
La España insensible y dormida puede con la nación sensible y despierta. En estas condiciones y
circunstancias, amparados en el voto mayoritario, crecen los truhanes. Son los primeros en aprovecharse de la velocidad que cae en sus manos para satisfacer sus particulares ansias.
Y el pueblo vive como puede... con nuestros políticos en el siglo XIX.
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