jueves, 13 de diciembre de 2018

PARA LOS CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (54)

   
        LA VIDA Y CÓMO SE CUENTA.-  Seamos sinceros: la lucha desencadenada en Cataluña en nuestros días,  es la misma -con otros flecos- que la puesta a punto sin remedio en 1936: querían su independencia unos,  o seguir siendo una parte de España, otros.
      Se partía de una teoría con base en una realidad; Cataluña era  más rica desde años ha,  y lo  sería mucho más que los otros territorios peninsulares,  si la gobernaran los nativos sin intromisiones de extraños.
      En la guerra del 36 aludida, se pusieron de manifiesto, a la par que las ambiciones  de  unos y otros, un río revuelto de demandas,  y la victoria se resolvió dejando huellas de  frustración tanto entre sirios como troyanos. Frustración y  miserias que al término de la contienda afectaron a todos. Mejor dicho, se padecieron por las mayorías -del color que fueran- en favor de unos pocos y en perjuicio de las masas en una larga posguerra. No se libró nadie, salvo estraperlistas de todos los colores.. Y no se resolvió nada.
      La  historia al fin, no modera las ambiciones. En 1978, aprobada la Constitución por una  abrumadora mayoría,  creímos que se había arreglado todo.¡Falsa esperanza!
      Para arreglar la cosa hay que cambiar a fondo de políticos. Y eso lo logran pocos. Hablan mucho y no atinan al depositar la papeleta en la urna.

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