martes, 18 de diciembre de 2018

PARA LOS CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (58)

     LA FUERZA OBLIGA.- Les pido un mínimo sacrificio: bajar a la calle y pisar el lodo; cada día están -salvo excepciones- más sucias y entregadas al abandono. El mal se generaliza y se extiende. Desde la, calle sube a los hogares. Y allí, en la intimidad, se viven de veras los milagros de la escasez.
     ¿Por qué? Se ha roto el equilibrio. No es pesimismo: es realidad. La pobreza se generaliza. Y desde las poltronas que manejan los directivos del erario público, solo dan con una  solución: aumentar el volumen de las limosnas, subsidiar al menesteroso, por un lado; y por una vía indirecta, poner trabas a las inversiones rentables, desanimar al empresario productivo, matar a la,gallina de los huevos de oro.
     Un simplista me dirá que es muy fácil adular al rico y abandonar al pobre. No es mi linea de conducta. Mi idea es otra: enseñar al pobre a ser productivo en su beneficio y en el de todos y
colocar al rico -por convicción- al servicio de esta enseñanza.
     Para ser productivo hace falta saber y querer. El saber exige el sacrificio de estudiar en serio. El querer, es un acto de honradez con uno mismo y no por imperativo legal.
     España es un nido de granujas que presumen de todo lo contrario. El mal ejemplo empieza en la  política. El doctorado con trampa de un mandamás, nos define.

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