jueves, 6 de diciembre de 2018

PARA LOS CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (49)

     EL PARÉNTESIS DE LA DUDA.-  Alguien debió de susurrar al oído izquierdo del Presidente  Don Pedro Sánchez: "Hazte con la Presidencia del Gobierno como sea y los votos de los electores volarán en tu favor como moscas a la miel". Y le dieron, entre las mil razones que avalaban su aserto, una fundamental y definitiva: "El PP está al borde del arrastre; está hundido en la miseria. Ganarles por la mano está chupado".
    Se consumaron las elecciones andaluzas y, contra todo pronóstico, el PSOE perdió votos a esgallo. Y  andan sus leales, resignados pero dolidos, a la  búsqueda de las causas del  desaguisado.
    Y ahora ¿qué hacemos?, dicen que preguntó el interesado. "Aguanta marea", le contestaron. Y a ello se dedican el susodicho y sus huestes.
     Ayer se celebró la onomástica del nacimiento de un nuevo ser: un Reino Constitucional llamado
España. No surgió por las buenas. La solución constitucional estuvo precedida de muchos sacrificios: sangre, miseria y hambre. Muchos muertos; significados mártires.
     La intención era manifiesta: "Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo". (Preámbulo de dicha Constitución).
      Si queremos ser sinceros hemos de reconocer que son muchos los políticos  -no todos- los primeros en pasarse por la entrepierna la dicha convivencia; se dedican y viven -muy bien- por y a cuenta de la política. 
       Les juro por mis ancestros que, como conocedor el percal con años de hambre a cuestas, voté en blanco y me quedé corto.
       Nadie sabe cómo terminará la feria.

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