¿Por qué.obraba de esta forma? Muy sencillo: había llegado a esta conclusión: el tiempo dedicado a tareas constructivas atrae al fisco; el entregado al ocio, no cotiza. Es decir: por vender huevos, estoy obligado a pagar el IVA. Y luego, si hubiera beneficio, le tocarían el bolsillo con el impuesto sobre la renta o tecla parecida. Tumbarse en la playa, es un acto exento.
Este ejemplo, prodigado hasta extremos en la España de tantos sinsabores, hace que el ocio en España se prodigue y extienda y -entendido socialmente- tenga más inconvenientes que ventajas. Hay que trabajar poco para que no se note y liberarse de molestas revisiones; y holgar a bragas caídas, porque el ocio, al desnudo, además de estar libre de impuestos, es placentero. Y digo ocio, que no incluye a los animadores del jolgorio y protagonistas de ferias y cosas así, que también tributan.
Un país hecho a estas costumbres no levanta cabeza ni para ver si llueve. Y los políticos, no se olviden, son cualquier cosa, menos educadores de pueblos.
¡Y así no hay quien construya el Estado del bienestar!
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