domingo, 30 de diciembre de 2018

PARA LOS CUATRO DÍAS QUE ME QUEDAN (69)

     TRIBUTOS DE CARÁCTER NEGATIVO,- Erase un viejecito que -en una aldea costera, turística y española- abría a las nueve en punto la puerta de su casa para poner a la venta una docena de huevos, recién salidos del nido,  por veinticuatro euros. Y razonaba así la exageración del precio:"No cobro el valor de la mercancía, sino su calidad y frescura".En este caso, el valor añadido era muy alto y el beneficio, por su pequeñez, pasaba desapercibido a la inspección tributaria. En media hora -más  o menos -encontraba comprador, cerraba el negocio y se iba a la playa. 
     ¿Por qué.obraba de esta forma? Muy sencillo: había  llegado a esta conclusión: el tiempo dedicado a tareas constructivas atrae al fisco; el entregado al ocio, no cotiza. Es decir: por vender huevos, estoy obligado a pagar el IVA. Y luego, si hubiera beneficio, le tocarían el bolsillo con el impuesto sobre la renta o tecla parecida. Tumbarse en la playa, es un acto exento.
     Este ejemplo, prodigado hasta extremos en la España de tantos sinsabores, hace que el ocio en España se prodigue y extienda y -entendido socialmente- tenga más inconvenientes que ventajas. Hay que trabajar poco para que no se note y liberarse de molestas revisiones; y holgar a bragas caídas, porque el ocio,  al desnudo, además de estar libre de impuestos, es placentero. Y digo ocio, que no incluye a los animadores del jolgorio y protagonistas de ferias y cosas así, que también tributan.
     Un país hecho a estas costumbres no levanta cabeza ni para ver si llueve. Y los políticos, no se olviden, son cualquier cosa,  menos educadores de pueblos.
     ¡Y así no hay quien construya el Estado del bienestar!


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