miércoles, 28 de febrero de 2018

TIEMPO DE PRONÓSTICOS

    En tiempos de tribulación, no hacer mudanzas, según dicen que dijo Iñigo de Loyola que, como ustedes saben,  no era un  cualquiera.
    Desde mi apartada guarida  veo a los "bipedos implumes" (así calificaba MIguel de Unamuno a ellos y a ellas) buscarse líos cuando más revuelta está la salsa, o sea cuando más tribulaciones  nos acechan.
    Para meterse en el gargantúa de la política, nadie ha de olvidar por dónde entra (por la boca) y cómo sale (por el culo). Unos pocos, la minoría, con buen sentido, desaparecen del escenario y una vez libres solo desean alcanzar la felicidad del olvido. Pero unos muchos, la mayoría, no se dan por vencidos aunque les caigan chuzos del mismísimo cielo.
    Esto pasa en España, nación de fueros y huevos,  desde tiempo inmemorial (nada  que se parezca a una nación de naciones) y así nos va.  Se empeñan en aplicar a  problemas actuales y vivos, los parches de Sor Virginia tal cual hace la ministra del ramo laboral cuando quiere aplacar a sus contrarios.
    A las cuatro fuerzas políticas que se disputan el poder en el ámbito nacional  español -cada vez más dependientes de la Unión  Europea- las veo atadas y muy atadas a las circunscripciones autonómicas con visos secesionistas, dónde están  dejando el pellejo los  españoles  para recibir a cambio  un plato de lentejas.
     Menos mal que las fuerzas vivas, pero resignadas, pueden cambiar el voto en unas próximas elecciones generales. Y menos mal que el buen  sentido -eso parece-  les inclina a organizarse en  congruencia y se apuntan al viejo lema según el cual la unión hace la fuerza.
     Es sólo un deseable pronóstico.



   

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