En tiempos de tribulación, no hacer mudanzas, según dicen que dijo Iñigo de Loyola que, como ustedes saben, no era un cualquiera.
Desde mi apartada guarida veo a los "bipedos implumes" (así calificaba MIguel de Unamuno a ellos y a ellas) buscarse líos cuando más revuelta está la salsa, o sea cuando más tribulaciones nos acechan.
Para meterse en el gargantúa de la política, nadie ha de olvidar por dónde entra (por la boca) y cómo sale (por el culo). Unos pocos, la minoría, con buen sentido, desaparecen del escenario y una vez libres solo desean alcanzar la felicidad del olvido. Pero unos muchos, la mayoría, no se dan por vencidos aunque les caigan chuzos del mismísimo cielo.
Esto pasa en España, nación de fueros y huevos, desde tiempo inmemorial (nada que se parezca a una nación de naciones) y así nos va. Se empeñan en aplicar a problemas actuales y vivos, los parches de Sor Virginia tal cual hace la ministra del ramo laboral cuando quiere aplacar a sus contrarios.
A las cuatro fuerzas políticas que se disputan el poder en el ámbito nacional español -cada vez más dependientes de la Unión Europea- las veo atadas y muy atadas a las circunscripciones autonómicas con visos secesionistas, dónde están dejando el pellejo los españoles para recibir a cambio un plato de lentejas.
Menos mal que las fuerzas vivas, pero resignadas, pueden cambiar el voto en unas próximas elecciones generales. Y menos mal que el buen sentido -eso parece- les inclina a organizarse en congruencia y se apuntan al viejo lema según el cual la unión hace la fuerza.
Es sólo un deseable pronóstico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario