miércoles, 7 de febrero de 2018

EL FUTURO AUTONÓMICO DE ESPAÑA


          En la actualidad el futuro autonómico de España está pasando por momentos críticos. Los movimientos  secesionistas en Cataluña han llegado a una fase decisiva. Para oponerse a sus afanes independentistas,   se proponen algunas reformas constitucionales  en busca de un nuevo equilibrio de poderes  que evite la ruptura de Cataluña con el resto de España y de otras Comunidades Autónomas, entre las que destaca el País Vasco.
             Esta realidad justifica que, desde algunos sectores políticos, se estudie un  nuevo posicionamiento, nueva respuesta, teniendo en cuenta las experiencias vividas desde que se aprobaron la Constitución y poco después los  Estatutos de Autonomía de toda España.
                 Me tocó vivir muy de cerca la salida a la palestra del centro derecha en Alava, que a última  hora, en 1977,  logró formar una candidatura,  sin tiempo para preparar un  programa. Lo único que pudieron anunciar fue su condición de alaveses, foralistas e independientes.
        Pudo haberse estudiado la versión foral autonómica alavesa, pero la presión nacionalista tenía tal fuerza y el apoyo que les prestaba el  PSOE tal intensidad que, sirvieron de poco las sugerencias forales que se hacían desde la UCD de Alava.
              Si algo estaba claro, en estas fechas, era  el propósito de los nacionalistas de poner todos sus argumentos sobre la mesa y hacer jugar todas sus influencias para dejar constituidas las bases de una futura independencia de Euskadi como nación, con el  viejo reino de Navarra incluido en el envite.
            Hecha esta breve digresión, ha de reconocerse que los tiempos han cambiado. La balkanización de España está en marcha. Y nadie se atreve a trazar un plan político, aplicable en todo el País; plan que no puede desarrollarse sin entender los deseos de otras regiones que han ganado en la actualidad sus derechos, pese a conformarse en su día con proyectos autonómicos sin afanes independentistas.
             Lo difícil de este proyecto está en la supuesta igualdad de todos los territorios de España, lo cual no deja de ser una falacia. No  es lo mismo nacer y vivir en Murcia que en Teruel, ni en Vizcaya capital,  que en un territorio rural  de Álava. 
               No  nos vale la igualdad, que no existe. Hay  que pensar en la equidad:  tratar a cada territorio y a sus gentes,  al ceder autonomías, según sus necesidades y sus méritos.
               No nos vale el café para todos, ni el abuso de los mejor dotados.
               ¡En aumento de la justicia...!
                   



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