¿Y quiénes son culpables de tanta ignorancia? Los políticos. Sí, sí. Los mismos que, según dicen, van a jugarse la piel a cambio de dar felicidad a sus votantes.
Es muy sencillo: todos prometen mucho y todo lo que prometen hay que pagarlo. Es elemental: a la larga, si no pagas no hay cuscús.
Ahora les explico: hay una economía productiva que se dedica a crear cosas de valor o a dar servicios por lo que cobran según tarifa y crean, también, puestos de trabajo; y hay una economía especulativa con la que, sin producir nada nuevo o dar servicios, se sirve de dificultades e inconvenientes (muchas veces provocados y dirigidos por expertos) para provocar alzas y bajas en los mercados, con lo que se benefician los especuladores sin crear puestos de trabajo.
Los malos políticos buscan los fondos que necesitan para cumplir sus promesas, mediante impuestos específicos con los que cargan a los emprendedores que crean puestos de trabajo. ¡Craso error! Y permiten que los especuladores se liberen de tributos depositando sus beneficios y otros caudales en paraísos fiscales consentidos y desparramados por el mundo global, libres de impuestos por causas varias y, entre ellas, por la ignorancia de los políticos que dicen jugarse la piel en beneficio de los más.
¡Y nadie se atreve a poner el cascabel al gato!
Es decir, a librar de impuestos al creador de puestos de trabajo y a exigir la cuota parte del beneficio que llena de gozo a los especuladores.
La riqueza de los pueblos depende de una buena escuela.
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