jueves, 8 de febrero de 2018

DIGNO DE ESTUDIO



  Los nacionalismos funcionan más y mejor como doctrinarios y peor como partidos políticos. Quiero dar a entender que los movimientos sentimentales tienen más sustancia que cualquier teoría política. No en vano influye en los nacionalistas un valor sentimental de hondo arraigo. Esto no impide,  sino que incita -atendiendo a su idiosincrasia y al sentir euskaro- a que los políticos presten, a lo largo del tiempo, la máxima atención a tres factores  influyentes en los comportamientos de la sociedad vasca: el autonómico, el étnico cultural y el social,  en cuanto se refiere al bienestar de los nativos.
Un pequeño intento  investigador nos permitiría anotar cómo las agrupaciones, las sociedades y entidades  varias, las familias y las personas que se sienten nacionalistas, han venido y siguen trabajando intensamente en tres apartados, referidos al País Vasco y a sus moradores; todo ello orientado a una exaltación de su nacionalismo patrio.
Sabemos que muchos de estos fieles estudiosos de lo vasco, tuvieron eco e influyeron  (e influyen) en la evolución del país euskérico. De otra parte, a contrario sensu, se cuentan con los dedos de la mano los dedicados a estos menesteres con proyección hispánica dentro del distrito vasco, pese a que -la historia lo prueba-  distinguidos y notables personajes  con este origen intimaron desde la cumbres  del poder,  y no en puestos sometidos a vasallaje, en la forja de la que surgió la España actual.
Además, raro es el partido político  del ámbito español, que se haya dedicado  corporativamente al examen crítico y global de este territorio y de sus avatares durante siglos. Esta indiferencia (o desidia) explica en parte la evolución negativa  de estos partidos.  Mal asunto, para los políticos necesitados de votos,  mantenerse indiferentes ante el tirón de lo vasco. Malo que no sean capaces de ver, -y hacerse ver- con un ideario original, aunque con otra proyección más ambiciosa, como los más capaces para alcanzar, de verdad, una sociedad más justa, más equitativa,  más rica.
 Ante un planteamiento autonómico, conducente a fomentar la prosperidad de la sociedad vasca, hay que  obrar con arreglo a criterios racionales y no dejándose llevar por  intuiciones inspiradas en sentimientos patrióticos. Todo el funcionamiento foral a cargo de las Diputaciones, que se desarrolló gracias al Concierto Económico (siglo XIX), se fundaba en una administración austera y muy racionalizada. Por ahí habría que empezar. 
El resultado iría en beneficio del contribuyente, que contaría con más medios económicos al reducir el gasto sin dejar de bien atender  los servicios. La racionalidad obliga y por tanto no se trata de deshacer o desmontar nada: al revés.  Se trata de alcanzar la misma o superior eficacia a menor costo.
Esta es la línea de conducta a estudiar: la cesión de competencias a los territorios forales por parte del Gobierno Vasco;  algo que ya se defendió, sin éxito,  por falta de visión y por la negada voluntad política de parte de quienes ejercían el poder en circunstancias ya pasadas.


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