jueves, 22 de febrero de 2018

LA TEORÍA DEL BIENESTAR

     La teoría y la práctica no suelen coincidir ni en el tiempo ni en la forma. Todo tiene un precio. Quiero -queremos- tener una vivienda digna, una eficaz asistencia sanitaria,  una alimentación equilibrada, una formación educativa moderna... Y claro está, no pedimos gollerías de regalo. Reclamamos un puesto de trabajo con el que poder costear estos servicios. ¿Qué  menos?
     Tú, yo, las mayorías reconocen que así es la vida y -con la mejor disposición- se preparan para colaborar y mostrarse dispuestos a tirar del carro,  porque la solidaridad  es necesaria para que la vida  marche.
     Para coordinar este tinglado y llevarlo a buen fin, necesitamos personas preparadas,  capaces de  que los engranajes funcionen sin chirriar, Es decir que necesitamos políticos de todos los sexos, siempre que tengan seso.
     Político es aquel que está llamado a dirigir el rebaño y, en consecuencia, dispuesto a darse a los demás, y  no a vivir  a costa de ellos. Político no puede ser un cualquiera, como sucede en la actualidad salvo contadas excepciones. El político ha de mostrar que sabe, que está al cabo de la teoría y hecho a practicar las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
     Un pueblo, una nación, una colectividad dirigida por políticos advenedizos y venidos a más con el apoyo de masas cargadas de amores y odios -y no excluyo a partido alguno- termina siempre por pagar los errores de un maridaje entre dirigentes y masas emocionadas y ¡a qué precio! 
      España es un ejemplo.
       Nuestros políticos rara vez se unen para construir en bien de todos y con mutua lealtad al fin propuesto: el edificio de la prosperidad. Lo suyo es la gresca.
       ¡Así nos va!

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